URUMELB Lecturas y oratorias (1963) |
El partido marxista-leninista
Este
pequeño libro está destinado a iniciar a los militantes del Partido, en el
amplio y riquísimo acervo de las ideas marxistas-leninistas.
La
elección de los temas es simple y efectiva. Se trata de un capítulo del Manual
de marxismo-leninismo de Otto V. Kuusinen y de una serie de discursos de Fidel
Castro. La selección es buena porque en el capítulo del Manual de
marxismo-leninismo se sintetiza la experiencia de los partidos hermanos y se da
un esquema general de lo que debe ser y cómo debe actuar un partido
marxista-leninista, y en la sucesión de discursos del compañero Fidel se ve
desfilar la historia política de nuestros país a través de las palabras en
algunos casos autobiográficos, del dirigente de la Revolución.
Las
dos cosas están íntimamente ligadas, la teoría general como expresión de las
experiencias del Partido Comunista de la Unión Soviética y de los partidos
marxista-leninistas de toda la humanidad y la aplicación práctica de estas
ideas generales a nuestras especiales características. De las peculiaridades
que dan el marco al desarrollo de los acontecimientos sociales en esta región
del mundo, no debe inferirse que existan excepciones históricas; simplemente,
en el marco general de la teoría, hija de la experiencia, cabe el caso específico
de la situación cubana que agrega nuevas experiencias al movimiento obrero del
mundo.
El
manual nos enseña con meridiana claridad qué es un partido marxista leninista:
«personas fundidas por una comunidad de ideas que se agrupan para dar vida a
las concepciones marxistas, es decir, para llevar a cabo la misión histórica
de la clase obrera.» Explica además cómo un partido puede vivir aislado de la
masa, cómo debe estar en permanente contacto con ella, cómo debe ejercer la crítica
y la autocrítica y ser muy severo con sus propios errores; cómo no debe
basarse solamente en conceptos negativos de lucha contra algo, sino también en
conceptos positivos de lucha por algo, cómo los partidos marxistas no pueden
cruzarse de brazos esperando que las condiciones objetivas y subjetivas,
formadas a través del complejo mecanismo de la lucha de clases, alcancen todos
los requisitos necesarios para que el poder caiga en manos del pueblo como una
fruta madura. Enseña el papel dirigente y catalizados de este partido,
vanguardia de la clase obrera, dirigente de su clase, que sabe mostrarle el
camino el triunfo y acelerar el paso hacia nuevas situaciones sociales. Insiste
en que aún en los momentos de reflujo social, es necesario saber retroceder y
mantener firmes los cuadros para apoyarse en la próxima ola y avanzar más
lejos, hacia el fin fundamental del partido en la primera época revolucionaria,
que es la obtención del poder.
Y
es lógico que este partido lo sea de clase. Un partido marxista-leninista mal
podría ser de otra manera; su misión es buscar el camino más corto para
lograr la dictadura del proletariado y sus militantes más valiosos, sus cuadros
dirigentes y su táctica salen de la clase obrera.
No
puede concebirse que la construcción del socialismo se inicie con un partido de
la clase burguesa, con un partido que tuviera entre sus integrantes una buena
cantidad de explotadores y éstos fueran encargados de fijar su línea política.
Evidentemente, una agrupación de ese tipo sólo puede dirigir la lucha en una
etapa de liberación nacional, hasta ciertos niveles y en determinadas
circunstancias. En el momento siguiente, la clase revolucionaria se convertiría
en reaccionaria y se establecerían nuevas condiciones que obligarán a la
aparición del partido marxista-leninista como dirigente de la lucha
revolucionaria. Y ya, en América al menos, es prácticamente imposible hablar
de movimientos de liberación dirigidos por la burguesía. La Revolución cubana
ha polarizado fuerzas; frente al dilema pueblo o imperialismo, las débiles
burguesías nacionales eligen el imperialismo y traicionan definitivamente a su
país. Se pierde casi totalmente la posibilidad de que en esta parte del mundo
se produzca un tránsito pacífico al socialismo.
Si
el partido marxista-leninista es capaz de prever las etapas históricas a
sobrevenir y es capaz de convertirse en bandera y vanguardia de un pueblo aún
antes de haber liquidado la etapa de liberación nacional -tratándose de
nuestros países colonizados- entonces ese partido habrá cumplido una doble
misión histórica y podrá afrontar las tareas de la construcción del
socialismo con más fuerza, con más prestigio entre las masas.
Luego
vienen la experiencia cubana; experiencia rica por todo lo que tiene de nuevo,
por todo lo que tiene de vigoroso en esta época de desarrollo de la revolución
americana y también por lo rico en enseñanzas que son sus errores, analizados
y corregidos públicamente, en contacto con las masa y ante el juicio de la
opinión pública.
Particularmente
importantes son los discursos del compañero Fidel referidos al Partido Unido de
la Revolución Socialista y a los métodos de trabajo empleados en las ORI que
marcan dos etapas fundamentales de nuestro desarrollo. En la primera se expresa
la confusión franca de un revolucionario cabal que ha llegado al pináculo del
camino ascendente de la evolución de su pensamiento y proclama sin dudas, ante
el mundo, su profesión de marxista-leninista. Pero lo hace, no como una simple
afirmación verbal, sino mostrando los rasgos, los hechos más salientes de la
evolución del dirigente, de la evolución del movimiento y del Partido hacia
una conjugación destinada a integrar el Partido Unido de la Revolución
Socialista.
Analizándose
a sí mismo, el compañero Fidel reconoce la cantidad de concepciones regresivas
que el medio había inculcado en él; cuenta cómo instintivamente fue luchando
contra esas concepciones y forjándose en la lucha, cuenta de sus dudas y
explica el por qué de esas dudas y cómo se resolvieron.
Es
esta etapa el Movimiento 26 de Julio constituía algo nuevo, muy difícil de
definir; Fidel Castro, héroe del Moncada, prisionero de Isla de Pinos, entrena
un grupo de expedicionarios que tiene como misión alcanzar las costas de
Oriente, iniciar el incendio revolucionario de la provincia y separarla del
resto de la isla en un primer momento o avanzar inconteniblemente, de acuerdo
con las condiciones objetivas, hasta la propia Habana, en una sucesión de
victorias más o menos sangrientas.
La
realidad golpeó sobre nosotros; no estaban dadas todas las condiciones
subjetivas necesarias para que aquel intento cristalizara, no se habían seguido
todas las reglas de la guerra revolucionaria que después aprenderíamos con
nuestra sangre y la sangre de nuestros hermanos en dos años de dura lucha.
Fuimos derrotados y allí comenzó la más importante historia de nuestro
movimiento. Allí se mostró su verdadera fuerza, su verdadero mérito histórico;
nos dimos cuenta de los errores tácticos cometidos y de que faltaban algunos
factores subjetivos importantes; el pueblo tenía conciencia de la necesidad de
un cambio, faltaba la certeza de su posibilidad. Crearla era la tarea, y en la
Sierra Maestra comienza el largo proceso que sirve de catalizador al movimiento
entero de la Isla y que va provocando huracanes ininterrumpidos, incendios
revolucionarios ininterrumpidos en todo el territorio.
Se
empieza a demostrar con los hechos que el Ejército Revolucionario, con la fe y
el entusiasmo del pueblo correctamente encaminados, en condiciones favorables
para la lucha, puede ir aumentando su fuerza mediante el adecuado uso de las
armas y destruir un día el ejército enemigo. Esa es una gran lección en
nuestra historia. Antes de lograr el triunfo, ha ido cambiando la correlación
de fuerzas hasta convertirse en inmensamente favorable al movimiento
revolucionario; se han creado las condiciones subjetivas necesarias para
realizar el cambio y provocado la crisis de poder esencial para el mismo. Se da
una nueva experiencia revolucionaria a América, se demuestra cómo las grandes
verdades del marxismo-leninismo se cumplen siempre; en este caso, que la misión
de los dirigentes y de los partidos es la de crear todas las condiciones
necesarias para la toma de poder y no convertirse en nuevos espectadores de la
ola revolucionaria que va naciendo en el seno del pueblo.
Al
mismo tiempo, al mostrar la necesidad de que los núcleos armados que defienden
la soberanía popular están a cubierto de sorpresas, de ataques, de
aniquilamientos, indica la importancia de que la lucha armada tenga por
escenario los terrenos más favorables a la guerra de guerrillas, es decir, los
lugares más accidentados de las zonas rurales. Ese es otro aporte de la
Revolución a nuestra lucha de emancipación americana; del campo se va a la
ciudad, de menos a mayor, creando el movimiento revolucionario que culmina en La
Habana.
En
otra parte Fidel expresa claramente: condición esencial del revolucionario es
saber interpretar la realidad. Refiriéndose a la huelga de abril, explica cómo
no supimos interpretarla en ese momento y por ello sufrimos una catástrofe. ¿Por
qué se declara la huelga de abril? Porque había en el seno del movimiento una
serie de contradicciones que nosotros llamamos de la Sierra y del Llano y que se
hacía patentes a través del análisis de los elementos considerados
fundamentales para decidir la luchas armada, los que eran diametralmente
diferentes en cada una de las alas.
La
Sierra estaba dispuesta a derrotar al ejército cuantas veces fuera necesario,
ir ganándole batalla tras batalla, conquistando sus armamentos y llegar algún
día a la toma total del poder sobre la base de su Ejército Rebelde. El Llano
era partidario de la lucha armada general en todo el país con un epílogo de
huelga general revolucionaria que expulsara a la dictadura batistiana y sentara
la autoridad de los «civiles» como gobernantes convirtiendo al nuevo ejército
«apolítico».
El
choque de esta tesis es continuo y no es lo más adecuado para la unidad de
mando que se requiere en momentos como éste. La huelga de abril es preparada y
decretada por el Llano con la anuencia de la dirección de la Sierra que no se
siente capaz de impedirla, aunque tiene serias dudas sobre su resultado y con
las expresas reservas del PSP que advierte el peligro a tiempo. Los comandantes
revolucionarios van al Llano para ayudarla y así Camilo Cienfuegos, nuestro
inolvidable Jefe del Ejército, empieza a hacer sus primeras incursiones en la
zona de Bayamo.
Estas
contradicciones tiene una raíz más honda que las discrepancias tácticas: el
Ejército Rebelde ya es ideológicamente proletario y piensa en función de
clase desposeída; el Llano todavía sigue pequeño burgués, con futuros
traidores en su dirección y muy influenciado por el medio en que se
desenvuelve.
Era
una lucha menos por el control interno, en el marco de la gran lucha
revolucionaria por el poder. Los recientes acontecimientos de Argelia se
explican claramente por analogía con la Revolución cubana: el ala
revolucionaria no se deja desplazar del poder y lucha conquistándolo íntegro,
el Ejército de Liberación es el representante genuino de la revolución que
triunfa.
Los
choques se suceden periódicamente y solamente se logra la unidad de mando
(todavía no acatada por todos, sin embargo) cuando Fidel es nombrado Primer
Ministro, algunos meses después de logrado el triunfo de la Revolución. Hasta
ese momento ¿qué habíamos hecho?; habíamos adquirido, como dijera Fidel, el
derecho a empezar. Sólo habíamos culminado una etapa que se basaba en la lucha
a muerte contra el sistema establecido en Cuba, representado en el dictador
Batista, pero el hecho de seguir consecuentemente una línea revolucionaria
tendente a mejorar el estado de nuestra sociedad y liberarla lo más posible de
todas la trabas económicas, nos llevaba por fuerza a una lucha frontal con el
imperialismo.
Para
el desarrollo y profundización de nuestra ideología el imperialismo ha sido un
factor muy importante; cada golpe que nos daba precisaba una respuesta; cada vez
que reaccionaban los yanquis, con su soberbia habitual, tomando alguna medida
contra Cuba, nosotros teníamos que tomar la contramedida necesaria y de esta
manera iba profundizándose la Revolución.
El
Partido Socialista Popular entraba en este frente y los compañeros de vieja
militancia revolucionaria y los compañeros que llegaban al poder a través de
la luchas en la Sierra empezaban una tarea de fusión. Ya en ese momento Fidel
advertía contra algunos peligros del sectarismo y criticaba al que restregara
en la nariz de otros los 15 o 20 años de militancia y el sectarismo de las
barbas en la Sierra o del tiratiros de la ciudad.
En
la época de la lucha armada había un grupo de compañeros que trataban de
defender al movimiento del aparente caudillismo del compañero Fidel y
cometieron el mismo error, que se repitiera después en la época del
sectarismo, de confundir los grandes méritos del dirigente, los grandes méritos
del líder de la Revolución y sus innegables dotes de mando, con el individuo
cuya única preocupación era asegurarse el apoyo incondicional de los suyos y
establecer un sistema de caudillaje. Fue una lucha de principios falsos llevada
por un grupo de compañeros, lucha que no terminó siquiera el primer de enero o
el momento en que Fidel asumiera el cargo de Primer Ministro, sino mucho después,
cuando el ala derecha del 26 de Julio era destrozada. Así cayeron, por oponerse
a la voluntad popular, Urrutia, Miró Cardona, Ray, Hubert Matos, David Salvador
y tantos otros traidores.
Surge,
después de la victoria total contra el ala derecha, la necesidad de estructurar
un partido: el Partido Unido de la Revolución, exponente del marxismo leninismo
en las condiciones de Cuba. Debiera ser un organismo ligado a las masas y por
cuadros estrictamente seleccionados, de una organización centralizada y elástica
a la vez y, para todo ello, confiábamos ciegamente en la autoridad ganada en
muchos años de lucha por el Partido Socialista Popular, haciendo dejación casi
total de nuestros criterios organizativos. De esta manera se fueron creando una
serie de condiciones para que madurara el fruto del sectarismo.
En
el proceso de estructuración, el compañero Aníbal Escalante se encargaba de
la organización y comenzaba una etapa negra aunque, felizmente, muy corta, de
nuestro desarrollo. Se erraba en los métodos de dirección; el Partido perdía
sus cualidades esenciales de ligazón a las masas, del ejercicio del centralismo
democrático y del espíritu de sacrificio. Recurriendo a veces, a verdaderos
malabarismos se colocaban gentes sin experiencia y sin méritos en lugares
dirigentes, por el hecho de haberse acomodado a la situación imperante.
Las
ORI pierden su función de motor ideológico -y de control de todo el aparato
productivo a través de esta función- y pasa a ser un aparato administrativo;
en estas condiciones, los llamados de alerta que debían venir de las
provincias, explicando la serie de problemas que allí existían, se perdían,
porque quienes debían analizar el trabajo de los funcionarios administrativos
eran precisamente los dirigentes del núcleo que cumplían una doble función de
partido y de administración pública.
La
etapa de los conceptos equivocados, de las equivocaciones garrafales y de los
trasplantes mecánicos ha finalizado, afortunadamente. Las viejas bases en que
se fundara este engendro sectario se han roto.
Frente
a los interrogantes, la decisión de la Dirección Nacional presidida por Fidel
fue volver a las masas, recurrir a las masas, y así se estableció el sistema
de consulta de todos los centros de trabajo para la elección de los obreros
ejemplares por la masa, la posibilidad de ser seleccionados para integrar los Núcleos
del Partido, de un partido íntimamente unido a ellas.
Como
parte de los cambios del Partido se reformó el sistema de educación, premiando
con ella, no como en momentos pasados, a los amigos, a los «claros», a los «bachilleres
del marxismo», sino a los mejores trabajadores, a los hombres que han
demostrado con su actitud frente a la Revolución, con su trabajo diario y su
entusiasmo y espíritu de sacrificio las superiores dotes de miembro del partido
dirigente.
De
acuerdo con eso se han cambiado todos los criterios y empieza una nueva época
de vigorización del Partido y de los métodos. Se abre ante nosotros un amplio
y luminoso camino de construcción socialista en la que al Partido le toca la
tarea de conducción. Esa conducción no será la de la orden mecánica y burocrática,
la del control estrecho y sectario, la del mandar hacer, la del consejo que debe
seguirse en cuanto a expresión verbal y no por constituir un ejemplo vivo, la
del privilegio de las ideas o de la historia pasada.
El
partido del futuro estará íntimamente unido a las masas y absorberá de ellas
las grandes ideas que después se plasmarán en directivas concretas; un partido
que aplicará rígidamente su disciplina de acuerdo con el centralismo democrático
y, al mismo tiempo, donde existan, permanentes, la discusión, la crítica y la
autocrítica abiertas, para mejorar el trabajo continuamente. Será en esta
etapa un partido de cuadros, de los mejores, y éstos deberán cumplir su tarea
dinámica de estar en contacto con el pueblo, transmitir las experiencias hacia
las esferas superiores, transmitir a las masas las directivas concretas y
ponerse en marcha al frente de éstas. Primeros en el estudio, primeros en el
trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio; en
todo momento los más buenos, más puros, más humanos que todos los otros,
deben ser los cuadros de nuestro partido.
Porque
hay que recordar siempre que el marxista no es una máquina automática y fanática
dirigida, como un torpedo, mediante un servomecanismo hacia un objetivo
determinado. De este problema se ocupa expresamente Fidel en una de sus
intervenciones: «¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia de los
sentimientos humanos, al compañerismo, al amor al compañero, al respeto al
compañero, a la consideración al compañero? ¿Quién ha dicho que el marxismo
es no tener alma, no tener sentimientos? Si precisamente fue el amor al hombre
lo que engendró el marxismo, fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de
combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la
injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por el proletariado, lo
que hace que de la mente de Carlos Marx surja el marxismo cuando precisamente
podía surgir el marxismo, cuando precisamente podía surgir una posibilidad
real y más que una posibilidad real, la necesidad histórica de la Revolución
social de la cual fue intérprete Carlos Marx. Pero, ¿qué lo hizo ser ese intérprete
sino el caudal de sentimientos humanos de hombres como él, como Engels, como
Lenin?»
Esta
apreciación de Fidel es fundamental para el militante del nuevo partido, recuérdenlo
siempre, compañeros, grábenselo en la memoria como su arma más eficaz contra
todas las desviaciones. El marxista debe ser el mejor, el más cabal, el más
completo de los seres humanos pero, siempre, por sobre todas las cosas, un ser
humano; un militante de un partido que vive y vibra en contacto con las masas;
un orientador que plasma en directivas concretas los deseos a veces oscuros de
la masa; un trabajador incansable que entrega todo a su pueblo; un trabajador
sufrido que entrega sus horas de descanso, su tranquilidad personal, su familia
o su vida a la Revolución, pero nunca es ajeno al calor del contacto humano.
En
el terreno internacional nuestro Partido tendrá deberes importantísimos; como
el primer país socialista de América, un ejemplo a seguir por otros países,
una experiencia viva para se captada por los demás partidos hermanos; una
experiencia viviente, repetida y cambiante, que muestra a la luz del
conocimiento público todos sus aciertos y sus errores. En esta forma su ejemplo
es más didáctico y no tiene la aspiración de ser elevado solamente ante
quienes han hecho profesión de fe del marxismo-leninismo, sino ante las masas
populares de América.
La
Segunda Declaración de La Habana es una guía para el proletariado, el
campesinado y los intelectuales revolucionarios de América; nuestra propia
actitud será guía permanente. Debemos ser dignos de ese lugar que tenemos,
debemos trabajar todos los días pensando en nuestra América y fortalecer más
y más las bases de nuestro estado, su organización económica y su desarrollo
político, para poder también, al mismo tiempo que nos superamos internamente,
convencer más y más a los pueblos de América de la posibilidad práctica de
iniciar el camino del desarrollo socialista, en la etapa actual de correlación
de fuerzas internacionales.
Todo
esto sin olvidarnos de que nuestra capacidad emocional frente a los desmanes de
los agresores y los sufrimientos de los pueblos, no puede estar limitada al
marco de América, ni siquiera al marco de América y los países socialistas
juntos; debemos practicar el verdadero internacionalismo proletario, recibir
como afrenta propia toda agresión, toda afrenta, todo acto que vaya contra la
dignidad del hombre, contra su felicidad en cualquier lugar del mundo.
Nosotros,
militantes de un partido nuevo, en una nueva región liberada del mundo y en
nuevas situaciones, debemos mantener siempre en alto la misma bandera de
dignidad humana que alzara nuestro Martí, guía de muchas generaciones,
presente hoy con su frescura de siempre en la realidad de Cuba: «Todo hombre
verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre.»
[Prólogo
al libro El partido marxista-leninista, publicado por la Dirección Nacional del
Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba, La Habana, 1963.]
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9
de febrero de 1963
Compañeros:
La
reunión ha sido larga, muchos temas interesantes; pero se me ha asignado para
hacer el resumen, de manera que tengo que hacer lo posible porque sea un
verdadero resumen, no resulte más largo que todo lo anterior.
Voy
a tratar tres temas nada más: el tema de la emulación, algunas consideraciones
sobre lo que es la producción azucarera, y el tema de la mecanización.
Quería
decirles algo de la emulación, porque la emulación es algo muy importante, es
una verdadera arma del Estado socialista. Pero también es un arma de dos filos
cortantes y hay que saber manejarla.
La
emulación no se pude convertir en una competencia deportiva donde, cuando
alguno pierde, le tira naranjas al árbitro; eso no es la emulación. La emulación
es una competencia fraternal. ¿Para qué? Para que todo el mundo aumente la
producción. Es un arma para aumentar la producción. Pero no solamente eso; es
un arma para aumentar la producción y es un instrumento para profundizar la
conciencia de las masas, y siempre tiene que ir unidos.
Siempre
insistimos en este doble aspecto del avance de la construcción del socialismo.
No es sólo trabajo la construcción del socialismo, no es sólo conciencia la
construcción del socialismo; es trabajo y conciencia, desarrollo de la producción,
desarrollo de la conciencia, desarrollo de los bienes materiales mediante el
trabajo, y desarrollo de la conciencia. La emulación tiene que cumplir estas
dos metas, es decir, estas dos funciones.
Por
lo tanto, ¿cuál debe ser la aspiración máxima de un triunfador? Pues, que
venga otro y lo supere, supere sus marcas en la confrontación siguiente;
ayudarlo, además, a que supere sus marcas.
De
esta manera, la emulación sirva ¿para qué? Para que aumente la producción a
nivel nacional. No hacemos nada con que se gane aquí o se gane allá, no tiene
importancia, además. Tiene la importancia local, tiene el orgullo merecido para
aquel que resulta triunfador. Pero no debemos hacer de la emulación simplemente
una competencia y olvidarnos de que estamos, no en un juego de pelota, sino en
la etapa de construcción del socialismo. Por eso es tan importante.
Es
decir, que esa arma de la emulación sirve para desarrollar el brazo, para
desarrollar el cuerpo de quien la esgrime. Pero este cuerpo debe desarrollarse
armónicamente y debe servir para otra cosa; no solamente como un esgrimista
para mirarse frente al espejo, a ver qué bien se para y para hacer poses frente
al espejo. Sirve para desarrollar, para desarrollar, en este caso, la conciencia
de las masas y para desarrollar la producción.
Por
eso, nosotros tenemos que tratar ¿de qué? De hacer romper todas las metas, y
ponerlas y exponerlas para que venga otro y las rompa -si es posible- al día
siguiente, y volver a romperla, y otra más. Y, en estas cuestiones, la emulación
debe considerarse en la misma forma.
Las
metas se pueden romper, no una, todas se pueden romper. No fijarse tanto en cuáles
son los factores favorables que hacen que una provincia u otra provincia vaya
adelante, sino fijarse mucho en los factores desfavorables que han jugado dentro
de cada provincia para hacer que el trabajo en general sea flojo y que no se
pueda luchar por la emulación.
Aquí
hay tres provincias que han prometido que en la próxima confrontación van a
ser primeras. Naturalmente, va a haber un solo primer lugar, a menos que haya un
triple empate -que ya sería muy raro-. Entonces, es natural que se luche por
eso, pero, se luche ayudando a los compañeros.
A
la provincia de Camagüey hay que ayudarla mucho; ha hecho un gran trabajo, ha
hecho un trabajo consciente en los sectores políticos, un trabajo de discusión
en las masas; se ha elevado el sentido de la importancia de la caña de azúcar
en nuestra economía; y se han logrado cosas muy importantes en este primer mes
de zafra.
Ahora:
no hay que desconocer una cosa. En las tareas de reparación de los ingenios, no
había falta de mano de obra de nadie, no había ningún problema que tuviera
ninguna provincia distinta a otra; sólo los problemas que emanan de la
organización mejor o peor del trabajo. Y Oriente ganó la emulación allí. Es
decir, Oriente demostró que hay toda una formación azucarera en la provincia,
una preocupación a todos los niveles, y que, constantemente -ya el año pasado
sucedió lo mismo-, Oriente lucha en los primeros lugares en cada una de las
fases de la emulación.
No
es solamente el problema de llevar caña al central; es también el problema de
reparar, de cómo reparar, de los ahorros lógicos que se hacen en la reparación
-no los ahorros ilógicos-, de la forma de reparar, de la forma de resolver los
problemas que constantemente se producen en los centrales azucareros. En todo
eso la provincia de Oriente cumplió a cabalidad.
Es
decir, nosotros tenemos que reconocer que la provincia que puede ser el espejo
de las demás en el tratamiento de la producción de azúcar es la provincia de
Oriente. Tenemos que aprender allí todas las experiencias que se tienen en los
trabajos.
Dentro
de ellos hay uno muy interesante que, en Camagüey no se si está desarrollando,
pero, de todas maneras no está desarrollado en el mismo nivel: son los
Batallones Rojos.
He
tenido oportunidad de estar con los compañeros macheteros hace unas semanas.
Realmente es un espíritu extraordinario, es donde se puede ver la fuerza de la
Revolución, lo inconmovible de la Revolución, en el espíritu de los
macheteros que integran los Batallones Rojos. Son batallones de vanguardia,
batallones que cortan cientos de arrobas diarias de promedio, que están unidos.
He asistido a discusiones, a veces discusiones entre brigadas, violentas, y
discusiones donde un jefe de brigada se quejaba porque tenía dos cortadores
nuevos, que tienen un nombre en Oriente...
¿Cómo
se llaman los cortadores de primera vez? (Murmullos.) No, tienen un nombre
especial; no recuerdo ahora... Sí, para el caso es lo mismo. (Risas.)
El
problema es que tenía el hombre dos -el jefe de la brigada-, dos novatos, y tenía
dos viejos, que también le daban su nombrecito. (Interrupción.) Es el lenguaje
especial de Oriente. (Alguien del público grita: «Cortazo.») Así, sí:
codazo, algo así; cortazo, eso es.
Bueno,
pues, el jefe de brigada, sin embargo, entonces, él decía: «Yo me la juego
con cualquiera, pero la brigada mía no puede competir; sin embargo, yo quiero
estar con toda mi brigada. Esto es una unidad y tenemos que luchar, y el año
que viene lo haremos mejor.» Es decir: había un espíritu de unidad, de grupo,
muy fuerte, de camaradería muy grande entre los cortadores. Cada jefe de
brigada, naturalmente, trabaja más y mejor que el resto de los cortadores. No
se preocupan por las dificultades, no hacen problemas de la comida, ni de eso ni
de aquello; sino que lo fundamental es cortar caña, y tienen el sueño de
acabar allá en Oriente para invadir, como Maceo, y llegar hasta Pinar del Río
si fuera necesario. (Aplausos.)
Este
es un espíritu realmente conmovedor de nuestros trabajadores del campo. Es el
espíritu de los trabajadores de vanguardia que van mostrando con su ejemplo,
abriendo brechas a la Revolución, y es una experiencia que debe estudiarse y
aplicarse en todas las provincias, y aplicarse rápidamente.
Oriente,
antes de empezar la zafra, estaba organizando sus Batallones Rojos. Los compañeros
de Oriente además, el Secretario de las ORI es un viejo cortador de caña, de
modo que le es fácil estar a la cabeza de sus batallones. Yo creo que, si al
compañero Felipe lo ponemos en esa tarea, le va a ser duro, pero puede agarrar
una cortadora de caña y ponerse ahí unos días y, además, le va a dar un espíritu
nuevo. (Aplausos.) Y podemos darle una alzadora a Benito también. (Risas y
aplausos.)
Ahora:
¿cual es... (Interrupción.) ¿A quién, al cortador? Está muy gordo ya; es
mejor una máquina. (Risas.)
Ahora
compañeros: hay una crítica... Ustedes saben que yo tengo la manía de hacer
críticas siempre que me encuentro con un micrófono. (Aplausos.)
Una
crítica le voy a hacer a la provincia de Camagüey. Han hecho una trabajo magnífico
en toda una serie de sectores; sin embargo, todos los problemas están referidos
a una cosa: «faltan hombre, faltan hombres, faltan hombres y faltan hombres»,
y no ha habido el suficiente entusiasmo por las máquinas, no ha habido el
trabajo así tenaz, entusiasta, por las máquinas. ¡Y las máquinas cortan cañas
y alzan cañas, son probadas! (Aplausos.)
Los
problemas de Camagüey se pueden resolver este año, a medias.
(Un
compañero del público le dice algo al Comandante Guevara.)
Bien,
por ahí yo voy a ir. (Aplausos.)
He
visto ensamblaje en muchos lugares, pero el problema está en eso: que a la
primera dificultad los operadores empiezan a protestar. Y otra cosa mala:
empiezan a sacar cuentas de cuánto se les dijo que iban a ganar, y de cuánto
están ganando, o de cuánto ganaban antes, y cuánto ganan ahora, y entonces
empiezan a decir: «no, esto no me rinde.» En algunos lugares con la alzadora
sucedió lo mismo, a pesar de que ya está prácticamente roto ese espíritu,
porque la alzadora es una máquina probada, una máquina eficaz y que da mayor
rendimiento a los cortadores.
El
otro día estuvimos viendo en una caña que se quemó en el central «Ciro
Redondo», en la zona del central «Ciro Redondo»; había una brigada de tres
personas solamente: un compañero de más de 60 años y los dos hijos, que
cortaron 640 arrobas para ganarse la emulación. Sin embargo, el promedio que
arrojó allí la brigada fue de 755 o 740 arrobas, la que ocupó el primer
lugar.
Y
todo el mundo puede cortar alrededor de 500, es decir, el cortador, el
machetero, puede cortar 500 arrobas cómodamente, cuando se trata del alce a máquina.
Es
decir, hay soluciones, y hay soluciones dentro de la provincia. Yo les decía:
se puede resolver el problema de Camagüey este año, a medias. Si llegan a
ganar la emulación, seguro que Oriente no va a poder contenerse y les va a
restregar los macheteros que entregó; Las Villas, aunque entregó pocos, también
va a decir algo; y La Habana también, sin contar con otra cosa: con que a veces
los macheteros que mandan son muy malos macheteros y muy buenos trabajadores. Ya
en he topado con dos casos de dos industrias donde estaba gente vital para la
industria cortando caña. Y eso no es positivo. Está bien unos días, pero no
es positivo, no es positivo como sistema; habíamos quedado que había que sacar
a la gente que no hiciera un hueco en la industria, porque si no se cumplen
muchas metas, se cumplen las metas de los 50.000 macheteros a medias y no se
resuelve el problema.
Ahora,
si en vez de ser macheteros estos compañeros se dedican a trabajar para las
cortadoras, en las tareas alrededor de las cortadoras, pueden rendir un trabajo
mucho mayor, un arrobaje medio mucho mayor, porque es trabajo mucho menos
especializado, exige menos habilidad y menos resistencia física, y lo puede
hacer cualquiera. Es decir, hay soluciones.
Y
después de eso, hay otra cosa: Camagüey no tiene otra salida -como no la tiene
Cuba, en general, pero sobre todo Camagüey- que la mecanización. Entonces hay
que tomar lo que hay y desarrollarlo, desarrollar la inventiva.
Este
año van a salir 1.000 máquinas cortadoras. Dentro de unos días están las 500
primeras listas, casi todas vienen aquí; después estarán las otras 1.000, que
algunas llegarán ya al final de la zafra. Si sobre cada cortadora hay un
operador, o dos operadores, para trabajarla mejor, que piensan en lo que están
haciendo, que tiene amor por su máquina, hay 1.000 o 2.000 cabezas pensando
sobre esa máquina; es una máquina que está en experimentación, que tiene que
sufrir muchos cambios todavía, pero ahí está la posibilidad de mil inventores
puestos sobre la máquina. Y cada uno que se sube y corta un poco con ella,
enseguida encuentra algún defecto, algo que corregir, algo que agregar, algo
para perfeccionar la máquina. En pocos días de operación se han cambiado
muchas cosas y se han hecho muchas experiencias nuevas, y algunos aditamentos
realmente importantes; se simplificó mucho la cuchilla y está cortando muy
bien ahora con mucha menos cuchilla. Es decir, ahí es donde hay que poner el énfasis,
en toda Cuba, y fundamentalmente en Camagüey. Y no para el futuro, porque yo
estaba oyendo por la radio -mientras llegaba- al compañero Alfredo Menéndez, y
algunos otros compañeros, que decían: «no, porque las cortadoras este año
no; será...» No, ¡las cortadoras este año sí! ¡¡este año sí!!
(Aplausos.)
Este
es un problema que hay que resolverlo rápido, ya. Los compañeros de los
centrales se han esforzado mucho... allí, el compañero del «Enrique Varona»
estaba invitando, pero hay varios centrales: «El Ecuador» están haciendo 80 o
90 alzadoras, en el «1° de Enero» también están haciendo, en el «Ciro
Redondo» están haciendo alzadoras, en otros lugares están haciendo
cortadoras, aquí en Camagüey. Esas máquinas deben salir inmediatamente a
trabajar.
La
tarea de aprender para un tractorista medianamente experto es sencilla; es
verdad que las máquinas se rompen; yo no les puedo decir estadísticas, pero la
mayoría de las roturas son provocadas por la inexperiencia del operador. Después
que se adquiere un poquito de experiencia la máquina no se rompe, y la máquina
rinde mucho.
Eso
es lo que les quería decir de la emulación, es decir, cómo hay que
interpretar la emulación. Hay que estar conscientes de que no es un simple
juego, de que es un arma de la Revolución, y es un arma que tiene un fin; el
fin del desarrollo de la conciencia de todo el pueblo sobre la necesidad del
trabajo productivo, el fin del trabajo productivo en sí para crear mayores
riquezas y usarlas bien, reconocer los lugares donde se hace buen trabajo,
reconocer y estudiar, estudiar por qué se hace un buen trabajo.
Este
año yo estaba preguntando por el central «Chile» si estaba en primer lugar.
Está entre los primeros lugares. El año pasado ganó la emulación; no es
fortuito que dos años seguidos esté en condiciones parecidas. ¿Por qué se
produce eso? Porque hay buen trabajo allí. ¿Qué tipo de trabajo? Bueno: eso
es lo que hay que averiguar; si es un trabajo técnico solamente, si es un
trabajo político, si es un trabajo de organización de todos los factores que
concurren a la producción de azúcar.
Y
ahí iba el segundo tema, que era la producción de azúcar. También el compañero
Menéndez les explicaba que un central es una fábrica de azúcar, y que lo que
hay que analizar es el producto final y la eficiencia en producir el azúcar.
Ahora bien, el producto final es el azúcar, pero prácticamente la economía
del país en toda la extensión, en mayor o menor grado, pero en toda la extensión
del país está conducida a producir azúcar; hay una gran zona del país que va
confluyendo hacia el embudo que forma el central por donde sale el azúcar. Y es
por eso que es lógico que el central tenga una participación determinante en
la producción azucarera.
Y
la producción azucarera está compuesta de una multitud de factores. Esos
factores empiezan por el desarrollo... empiezan en el laboratorio, por la búsqueda
de nuevas variedades, el estudio paciente, durante años, de las nuevas
variedades; el estudio durante años de las variedades, pensando en para qué se
van a usar, porque cañas hay de todo tipo.
Entonces,
cuando nosotros sabemos que tenemos que mecanizar, tenemos que pensar en las
variedades que van a ser aptas para la mecanización; el cultivo de la caña, de
tal manera que haga aptos los terrenos, hasta en la conformación de los surcos,
para el corte de la caña por medios mecánicos; en el trabajo el chequeo
constante de cómo va avanzando esa tarea, la organización misma del corte, el
alza, el traslado al central en el momento de la zafra, todo es una tarea muy
compleja.
Cuando
se reúne la Comisión Azucarera, tiene que reunirse no solamente INRA e
Industrias, se tiene que reunir el Partido para movilizar, los sindicatos para
movilizar y para trabajar de acuerdo con todas las cuestiones; tiene que
reunirse el Ministerio de Transportes para ver lo que puede dar, otra serie de
industrias que tienen que suministrar medios para que se haga la producción; el
Ministerio de Comercio Interior para dar el abastecimiento necesario a la
población, en estos momentos en que no sobra nada, e incluso el Ministerio de
Comercio Exterior para prever las necesidades fundamentales de la zafra. Todo el
aparato económico del gobierno tiene que reunirse en esas condiciones.
Ahora,
todo va a parar al central, por eso es que nosotros insistimos en la importancia
que tiene, no en que sea el dictador de la agricultura, pero sí el que tenga un
peso grande en todo el proceso de producción, que no empieza cuando la caña
llega al central, que empieza cuando los investigadores están desarrollando
nuevas variedades, de acuerdo con ideas ya establecidas y aceptadas por la
dirección económica del país.
Es
decir, que tenemos que tener un solo camino, una sola opinión, una sola voz,
todo el mundo a verla bien, a acatarla disciplinadamente y trabajar todos juntos
en esa dirección.
La
siembra de caña, por ejemplo, yo creo que este año está retrasada. El año
pasado no se cumplieron todas las metas, faltó. Es cierto que el peso de toda
la agricultura que cae sobre el INRA es muy grande y que hay que hacer una tarea
sobrehumana para corregir además errores pasados, pero nunca olvidarse de la
importancia de la caña, lo otro es un extremismo infantil.
Pensar
que nosotros somos más revolucionarios atacando a la caña como representante
de la explotación imperialista es un extremismo infantil. Los garands que
nosotros teníamos en la Sierra eran los mismos garands que habían empuñado
los soldados del ejército opresor. Habían cambiado de manos y a nadie se le
ocurría patear un garand, ni encerrarlo ni quemarlo porque habían pertenecido
al ejército. Era un arma y se utilizaba ahora con otro fin.
La
organización del azúcar era una organización muy compleja, una organización
que lucía fácil, porque hay cincuenta años de experiencia en Cuba, pero que
no era fácil, que era el producto de las relaciones de toda la economía del país
y que había alcanzado ya un estado de equilibrio dirigida por el central, que
era, sí, el dictador absoluto de toda la economía.
Bueno,
pues el aparato formado no se pude desconocer; la experiencia de los compañeros
que trabajan en toda la empresa del azúcar no se puede desconocer. Y todo eso
hay que convertirlo en un cuerpo sólido que funcione con una sola dirección,
no la dirección de la Empresa Consolidada del Azúcar, la dirección del
Gobierno Revolucionario, que debe ser única y acatada por todos pero sí con la
importancia debida al central.
Al
central al final es donde se van a resolver una gran cantidad de problemas que,
por determinadas circunstancias, las granjas todavía no pueden resolver; que
incluso, las industrias en cada una de las zonas del país, fuera de las grandes
capitales de provincias, las industrias pequeñas en las comisiones que llamamos
cilos nosotros, los Comités de Industrias Locales, allí el central es el
hermano mayor de todas las industrias, donde todo va a reflejarse, porque es la
fábrica que tiene obreros de experiencia, que tiene una organización de muchos
años que no se ha roto.
Es
decir, nosotros no cometimos el error que se cometió en la agricultura:
destruir lo viejo, lo anterior simplemente porque era representación de lo
anterior, sin tener lo nuevo. Lo viejo tiene muchas coas que cambiar, muchísimas
cosas que cambiar, pero hay que reemplazarlas, cada vez que se destruye algo,
por una nueva formación. No se puede destruir y dejar entera la cosa.
Eso
es algo muy importante y algo que hay que recalcar constantemente, para que los
compañeros entiendan bien, no se trata del afán de dirigir, se trata
simplemente de una razón lógica que indica que el central debe ser el
orientador fundamental de la zafra, con toda la libertad y la autonomía que
cada organismo tiene para resolver su propios problemas.
Por
ejemplo, ahora ya se está haciendo el chequeo de la emulación, no por la caña
molida, se está estudiando la eficiencia del central y han surgido todos los
problemas que ustedes conocen, de todo el largo debate entre Camagüey y Oriente
por los cambios ocurridos en la valoración de los puntos de emulación.
¿A
qué se debe? Pues a que tenemos ahora un concepto más técnico, un concepto más
científico de lo que debe ser una fábrica de azúcar y que estamos
investigando precisamente y chequeando los puntos neurálgicos de los centrales
y valorando allí su real eficiencia.
Eso
es algo muy importante, porque nosotros estamos -si ustedes quieren- condenados,
o si no simplemente estamos obligados, que es lo mismo, es la misma cosa, en
definitiva tenemos que producir azúcar durante muchos años para mantener
nuestros saldos exportables, para poder adquirir una serie de productos que
necesitamos del extranjero.
Hoy
en los periódicos salen los editoriales de los créditos a largo plazo que la
Unión Soviética concede. ¿Para qué son esos créditos? No son para construir
industrias, que es la forma habitual de dar créditos, es para pagar los
desbalances existentes con la Unión Soviética; es decir para pagar todo
aquello que le debemos a la Unión Soviética porque hemos adquirido más de lo
que hemos entregado. ¿Por qué? Porque las zafras son pequeñas, porque no había
azúcar, que es nuestra moneda en definitiva, mientras no desarrollemos el níquel,
las industrias que vayan a suplantar con su volumen, poco a poco, a la industria
azucarera.
Y
si la industria azucarera, es decir, el azúcar, producto final, es tan
importante, pues todos los aspectos de la producción del azúcar tienen la
misma importancia. Y en la agricultura no nos podemos olvidar de la caña, y
tenemos que pensar en la caña, no solamente como agricultura sino en razón del
producto final, ese producto que será el azúcar, y acomodar todo a las
condiciones óptimas para que se produzca el azúcar en la forma más eficiente
posible.
La
forma más eficiente para nosotros, es el tercer punto de lo que íbamos a
tratar, es la mecanización. Para eso, ya les he dicho, hay que organizar la
agricultura. Ahora hay un trabajo muy importante de organización del corte y
del alza y del transporte al ingenio y un factor muy importante de cambio de la
conciencia de la gente con respecto a las máquinas.
Con
la facilidad con que se pudieron quitar los jefes de campo en un momento dado,
parecía una cosa más sencilla: los inspectores todos liquidarlos y nadie
protestaba; era un cambio en la mentalidad de la gente que todo el mundo lo
aceptaba.
Ahora,
este problema tan importante, tan fundamental como es el cambiar la actitud del
trabajador frente a la máquina, va muy lenta la aceptación. Muchas
discusiones, muchos cabildeos, muchas demostraciones con papel y lápiz a cada
obrero de que va a ganar más.
Y
yo me pregunto ¿cómo puede ser que haya que hacer tantas demostraciones, si
los Batallones Rojos no preguntaron cuánto iban a ganar para salir a
romperse...? (Aplausos.)
Los
trabajadores van a ganar más cuando estén bien organizadas las cosas con las máquinas.
Pero lo fundamental no debe ser eso ni siquiera para el mismo trabajador que va
a ganar más, lo fundamental es que la mecanización es imprescindible para la
Revolución, para el desarrollo económico del país. Entonces, eso es lo que
cuenta en primer lugar, y ese es el argumento primero, después vienen los
otros.
Después
puede venir la demostración, más o menos accidental, de que se va a ganar más.
Pero lo importante es que se necesita, que es imprescindible; y cómo puede ser
que los mismos milicianos que van a morir cada vez que se les pide, que van con
el espíritu más alto a luchar por defender la Revolución, que lo primero que
hagan es sacar papel y lápiz para empezar esas cuentas tan difíciles de todos
los problemas de los jornales de la caña, si la Revolución es lo que cuenta
primero.
Ahora,
¿por qué sucede eso? Bueno, porque ha habido debilidad en el tratamiento,
porque no se ha establecido que lo que cuenta es la Revolución y que la máquina
es fundamental. ¿Por qué? Porque muchos de los compañeros que están aquí
sentados no le tenían la más mínima confianza a la máquina, y muchos todavía
tienen sus dudas allí. (Aplausos.) Yo no señalé a nadie, yo pasé la mano así,
en general...
Pero
por ejemplo, voy a citar un nombre, el compañero Mongo Castro no le tenía
confianza a la máquina, pero hemos quedado en que va a hacer una prueba con la
eficiencia que él tiene, con el entusiasmo que él tiene, para que realmente
vea lo que pueden dar las máquinas; entonces, en la próxima confrontación
vamos a ver si realmente es o no es eficaz la máquina. Hay muchos compañeros
que no tenían fe. En realidad, fue un paso bastante atrevido.
No
hay país del mundo que tenga mil máquinas, y por supuesto, no hay país del
mundo que se le haya ocurrido hacer mil máquinas para producir sin prototipo
siquiera. Eso solamente se nos ha ocurrido a nosotros hasta ahora, no hay ningún
record bueno para emular (aplausos), pero yo creo que nosotros «tocamos la
flauta» y ahora tenemos que desarrollar el concierto ese que vamos a formar
después de «tocar la flauta».
Ahora
yo voy a hacer mi alarde personal aquí. El día lunes empecé a cortar en la máquina;
al principio sucede lo de siempre, se rompen los cardanes, se rompe esto, se
rompe aquello, se da golpes, incluso tuvimos un accidente, compañeros que no
tuvieron precaución. La máquina es peligrosa, hay que hacerles algunas
defensas. Tiene unos dientes abajo que son los que cortan la caña, muy
peligroso, casi le lleva una pierna aun compañero. Sin embargo, después de eso
se empezó a estabilizar la producción.
Esa
máquina está cortando cuatro mil arrobas allí donde la están probando y todo
el mundo protesta; claro, todas las condiciones no son las óptimas. Ahora, yo
llevo cortado en esta semana cuarenta y cinco mil arrobas. (Aplausos.) La cosa
no es para aplaudir, sino para poner el ejemplo aquí y tirar el récord par que
me rompan mañana la marca. Cuarenta y cinco mil arrobas, un operador novato que
no pasó por la escuela que tiene...
En
el día de ayer corté diez mil quinientas arrobas, en una jornada de 11 horas,
12 horas (aplausos); en la mañana de hoy, con una máquina más veloz -un
tractor soviético que tiene más fuerza- corté siete mil seiscientas arrobas
en seis horas y media de trabajo.
Las
máquinas pueden cortar a razón, por lo menos, de ochocientas arrobas por hora
de trabajo -no por hora de trabajo efectivo, por hora de trabajo- en campos
medianos. Eso es un rendimiento que hay que pelear para conseguirlo, es una
tarea dura, yo diría que no es la tarea de un operador, sino de dos operadores.
No
se le puede exigir a la gente que esté 12 horas arriba de un tractor, además
de las horas que se necesitan para acondicionarlo, y naturalmente, como se están
haciendo experiencias, de un cuerpo de mecánicos que lo acondicionen.
En
el día de ayer, después de diez horas de trabajo, se saltó un diente de la
cuchilla nada más; en el día de hoy y después de seis horas y media no hubo
ninguna interrupción que impidiera cortar. Son interrupciones que se producen
en la máquina porque la máquina no es perfecta ni mucho menos.
De
aquí de Camagüey me voy con cien mil arrobas cortadas, por lo menos, en 15 días.
Eso indica que una máquina, si tuviera las mismas condiciones, corta doscientas
mil arrobas en un mes. Y si las mil máquinas se ponen a andar son doscientos
millones, ya es una cifra considerable; es un cifra que ayuda. Además, hay una
cosa, la máquina obliga a la gente a trabajar, a correr.
Hay
compañeros que se llaman repasadores, que son los que van cortando la caña que
la máquina -la máquina no es perfecta- no corta todas las cepas, deja algunos
plantones. Esos compañeros que tienen que cortar el plantón para que la máquina
pueda tomar el próximo surco; y esos compañero tienen que correr, tienen que
hacer una jornada dura.
Ahora
cuatro compañeros sobran, es decir, cuatro macheteros buenos pueden hacer una
buena tarea y más o menos descansada. El resto, puede no ser machetero si
quieren. En las condiciones en que estamos cortando, la caña queda en el suelo
y se puede recoger por gente que no sea experta y que sea minuciosa recogiendo
todo el reguero de la caña.
Hay
distintas formas: el algunos lugares se despaja primero -yo creo que es una pérdida
de tiempo, que se puede despajar después de cortada-, hay infinidad de cosas
que hacer sobre la máquina, pero lo único que no se puede hacer es nada con la
máquina si uno toma a la máquina como un purgante. Entonces con el purgante
que le dan se tapa la nariz y empieza a andar con la máquina, se le para en el
primer surco y dice: «Esto no sirve.»
Ahora,
la gente que va a trabajar con la máquina y se le rompe algo, y mira por qué
se rompe, y va estudiando los problemas, los defectos de la máquina, los
defectos de operación de la máquina, en poco tiempo puede convertirse en un
operador externo.
La
alzadora no tiene discusión, la alzadora alza diez mil arrobas de promedio fácilmente.
Ahora, hay una cuestión muy importante: las máquinas alzadoras o cortadoras
son aditamentos de tractores, el tractor es el alma de la máquina, y eso que
está muy mal tratado, y no hay un método para tratarlo. En general, ustedes
ven: le falta aceite, se le rompen las poleas, toda una serie de problemas del
tractor, porque no hay un equipo de mantenimiento adecuado. En eso ya no tiene
nada que ver la máquina; hay que tener en cada granja, donde estén haciéndose
pruebas, equipos de mantenimiento especiales, que le den una atención a todo:
al tractor y a la máquina.
Es
una máquina relativamente complicada, que tiene muchos tornillos, que tiene
muchas cadenas, y que está en una etapa de experimentación, la cortadora; de
modo que hay que ponerse sobre ella.
En
pocos días han surgido muchas iniciativas nuevas. Una de ellas es cortar con
cuatro cuchillas nada más, cuchillas mas largas, de hojas de muelle o de lo que
sea, que se hicieron para probar. ¿El resultado de eso? Magnífico, mucho mejor
que la cuchilla de los dieciséis dientes; corta mucho más limpiamente la cepa.
La
cortadora, como está hoy está cortando con más limpieza que el promedio de
los macheteros -no diré yo: hay macheteros que limpian mucho, que cortan con
mucha limpieza, pero son casos excepcionales-; ahora, el promedio de macheteros
profesionales corta con menos limpieza que la máquina. Eso es muy importante en
favor de la máquina. Es decir, todas aquellas cosas de que destruye la cepa, de
que la arranca, todo aquello ya quedó en el pasado.
Hay
un nuevo problema: el despaje. Ya han surgido una cantidad de iniciativas para
ver cómo se despaja. Incluso, hay siempre posibilidades de desarrollar nuevas
variedades, que despajen fácilmente; es decir, puede ser también una tarea de
la genética resolver este problema. Pero ya, mecánicamente, hay una cantidad
de iniciativas; puede ser que alguna dé resultado.
Pero
la máquina, a verla con sentido crítico y con sentido de resolver el problema.
Eso es lo que nosotros tenemos que conseguir, esa es la tarea que hoy tiene
Camagüey que conseguir, fundamentalmente. Las 500 máquinas cortadoras que van
a salir en primer lugar, hasta el 15 de febrero, van a ser para Camagüey. Así
que Camagüey tiene esa tarea.
Tiene
que tener 500 o 1000 inventores -ya sea que operen con uno o dos operadores en
cada máquina- mirando los problemas, cambiando lo que les parezca que no sea
fundamental, para mejorar la eficiencia. Y así va a ir surgiendo una
experiencia grande.
El
año que viene no repetiremos esto de sacar 1.000 cortadoras; seremos más
cautos, sacaremos más recogedoras, porque la recogedora no tiene problemas.
Además,
la recogedora trabaja, prácticamente, en todas las áreas de Cuba, y el
machetero rinde más cortando para la recogedora; solamente corta abajo, corta
el cogollo y tira a un montón, al lado.
Las
alzadoras, después que se adquiere un poco de práctica, entongan casi tan bien
como los entongadores a mano. Ahora, no puede usar todo tipo de equipo; el
equipo de carreta alta, de buey no le sirve; ahí hay problemas que pensar, cómo
resolver estos problemas, cómo utilizar lo que hay, el equipo que hay, la
organización que hay, para conseguir que las alzadoras trabajen a plena
capacidad.
Ya
en la zona esa del central «Ciro Redondo», en esa zona, está trabajando un
equipo de cinco alzadoras -trabajaron el otro día-, perfectamente acopladas con
camiones, para resolver una situación de urgencia por una quema de cañas, y el
resultado es extraordinario... (Del público le dicen algo.) ¿Qué, hay caña
quemada?... ¡Ah!...
Continúa
el del público diciéndole: Entonces resulta que esa máquina tumba caña, alza
y quita la paja; hice un plano, se lo enseñé a Paquito Herrera, que creo que
está ahí. El lo vio; pero, en fin, esa máquina, yo quería preguntarle si
usted tiene intención de hacerla o no, porque yo escribí allá y mandé a
decir que los compañeros que están en nuestro departamento están dispuestos
-el tornero, el soldador y todo el mundo dispuesto- a experimentar y empezar a
hacer esa máquina aquí mismo, si la orden la manda el Gobierno (aplausos).
Entonces resulta que yo estuve hace cinco o seis días allá en el Ministerio de
Industrias y vi al ingeniero Guerra, y vi al ingeniero López Vigueiras, que me
mandó a buscar, para el motor que yo le dije a usted que trabaja. Así que el
Gobierno no tiene nada más que dar la disposición para meterle mano a lo demás.
Entonces resulta que yo tengo una carta ahí que la traje para entregársela a
usted, porque resulta que la máquina limpia -yo expliqué con lujo de detalles
a usted mismo, y le especifiqué en la carta cómo la máquina le quita la paja,
cómo la alza y cómo responde a las distintas diferencias del terreno. Eso
existió en 1930, y yo cuando pequeño vi trabajar esa máquina; le pinté las
trasmisiones, los ejes, las cadenas, cómo trabajan los ventiladores, y lujo de
detalles, y el compañero Paquito Herrera me mandó al laboratorio donde yo
estoy trabajando el plano, que no ha aparecido.
Comandante
Guevara. Bueno, vamos a ver después eso.
El
compañero del público. Yo quiero saber si usted quiere construir esa máquina
o no.
Comandante
Guevara. Bueno, mira, yo quiero asesorarme mi poquito con la gente que sabe,
porque yo no sé de máquinas. Pero hay un problema: las máquinas que son
combinadas, en Cuba hoy por hoy parece que no pueden resolver el problema,
porque la máquina combinada, que corta, despaja, alza y carga en la carreta en
estos casos, en promedio de arrobaje de 40.000 arrobas por caballería tendría
que dar seis vueltas con una carreta detrás. Entonces, sería muy cara la
operación.
Ahora,
innovaciones de éstas surgen todos los días. Nosotros tenemos todo un
Departamento Técnico estudiando las innovaciones. El problema es uno: todas las
ideas son buenas; ahora, las ideas que se llevan para hacer una máquina nueva,
totalmente distinta, no pueden tener la misma acogida que las ideas para
corregir una que ya se ha resuelto. ¿Por qué? Porque tenemos un aparato hecho
ya para hacer una máquina, una máquina a la cual se le pueden corregir y se le
deben corregir muchas cosas.
¿Hacer
una nueva? Entre otras cosas, la combinada tiene una característica, y es que
ya es una máquina permanente; es decir, el tractor debe ser para la máquina.
Y, además, probablemente, no puede ser un tractor de 45 o 50 caballos, que
tenga que ser de más caballaje. Hay toda una serie de problemas de esos.
En
cambio, ahora, al acabar la zafra, se quita a cualquiera de las dos, pero sobre
todo a la cortadora, y queda el tractor listo par usarlo. En el caso de la
cortadora, en un taller en una hora u hora y media se deja el tractor listo para
ser usado como tractor. Es decir, tiene todas las ventajas para la zafra;
inmediatamente de acabar la zafra, pueden empezar a trabajar con el tractor en
cualquier otra cosa. Por eso nosotros elegimos un modelo, que fue hecho en base
a distintas ideas que se fueron agregando.
Puede
ser que surjan nuevas ideas de cargadoras, alzadoras, y maquinarias más
complejas, y en algún momento tendremos nosotros que ir a ellas. En Estados
Unidos hay toda esa clase de máquinas, pero en lugares donde los promedios son
de 250.000 arrobas por caballería. En Cuba son este año probablemente menos de
40.000, ¿no?; es decir, cinco o seis veces más. Entonces sí, vale la pena; la
máquina puede trabajar lentamente y puede ir cargando con mucha velocidad,
porque recogen una gran cantidad de caña en un corto espacio de terreno.
En
la agricultura nuestra, con caña de 40.000 arrobas por caballería, tiene que
recorrer seis surcos para llenar una carreta; y no se puede llevar a rastras, la
carreta pesa, y cada vez va pesando más, hay que poner un motor para llevarla,
además de todas las otras cosas que tiene que hacer la máquina.
Esos
son los problemas prácticos que hay. Por eso nosotros vamos a lo más sencillo.
La máquina cargadora es una máquina muy sencilla, es un tractor invertido con
un brazo, como una grúa, que tiene unos dientes, no es otra cosa -una jaiba-.
La máquina cortadora tiene un aparato que se le pone encima y se quinta cuando
acaba la zafra. Es decir, son maquinarias muy sencillas, que permiten utilizar
el tractor. Hay que acordarse de que no somos ricos, de que no tenemos todo el
material a nuestra disposición, y que si podemos darles usos alternativos es
mucho mejor, mejor para las granjas, sobre todo.
Ahora
bien, todas esas ideas son magníficas; todo lo que sea trabajar sobre este
problema de la mecanización de la caña es algo fundamental, y hay que seguir
haciéndolo, y hay que escuchar a todos los compañeros que tengan ideas sobre
esto, y trabajar en todos los sentidos. No es que se haya adoptado un tipo de máquina
que sea el definitivo; simplemente, se ha tomado ese tipo ahora y hay que
desarrollarlo.
Son
mil máquinas que irán dando nuevos resultados a medida que se opere con ellas.
Hoy
por hoy, lo que queda es tratar de que en esta zafra las máquinas corten
habitualmente no menos de 200.000 arrobas por mes. Esto es una tarea dura, difícil,
en algunos centrales no se puede; esta máquina no admite cualquier terreno, es
muy sensible a la piedra y a los declives pronunciados de los terrenos, a los
troncos que hay dentro de los terrenos. Pero de todas maneras hay una enorme
cantidad de campos en Cuba que pueden ser trabajados por esa máquina; sobre
todo Camagüey, que es una provincia llana, una provincia con una serie de
buenas condiciones para el corte mecánico, y donde, además, está el problema
más agudo, el problema de la mano de obra.
De
modo que aquí es esa tarea a resolver ahora. Y tan importante como moler caña,
tan importante como todos los trabajos de purificación del azúcar, de lograr
un azúcar mejor en el central, y los trabajos de ahorro en la tasa de
eficiencia de la casa de calderas, es este de impulsar al máximo el espíritu
de la mecanización en esta provincia, como provincia pionera, y en todas las
demás.
En
todas las provincias hay máquinas cortadoras y alzadoras para que la gente las
vaya probando y vaya demostrando lo que se puede hacer.
Hoy
por hoy, queda que se han cortado 10.500 arrobas en un día, que se cortarán más,
y queda como meta de hacer mañana -no para dentro de mucho tiempo, para mañana-,
para que alguno anuncie que ha cortado once mil, o doce mil o quince mil
arrobas. Y así ir superando cada vez más la máquina, ir limitando sus
defectos, describiéndolos, resolviéndolos y meterse sobre ella.
Esa
creo que es la tarea para Camagüey. Será la tarea para Cuba entera el año que
viene ya, donde tendremos que preparar las condiciones de la mecanización con
la misma escrupulosidad con que trabajamos este año para preparar la zafra, que
ya no fue la improvisación del año pasado, sino que hemos trabajado, hemos
creado comisiones hasta a niveles locales para resolver los problemas. El año
que viene será lo mismo con la máquina.
Hay
que acordarse que la máquina no es, ni mucho menos, como en el sistema
capitalista, la competidora del hombre o la esclavizadora del hombre. La máquina
debe tomarse por todos los obreros con un sentido de liberación de su fuerza.
La máquina se pone al servicio del hombre cuando se anula la explotación del
hombre por el hombre. Y nosotros estamos buscando eso: buscando que la máquina
se convierta en un instrumento de liberación del campesino, que le permita
tener más tiempo para desarrollarse en todos los sentidos, para lograr lo más
pleno que nosotros tenemos que lograr, que es el hombre desarrollado al máximo,
la aspiración por la cual todos luchamos. Ese hombre del futuro, que tendrá
que ser un hombre de corazón tan sencillo como el hombre de hoy, tan puro,
pero, además, un hombre capaz de realizar las abstracciones mentales más
grandes para ir descubriendo nuevas cosas que vayan poniendo la naturaleza a
disposición de la humanidad, en beneficio de la humanidad.
Nosotros
aquí en nuestra pequeña Cuba, en el mismo momento en que tenemos la tarea
gigantesca de la lucha contra el imperialismo, de ser el ejemplo para toda América,
de sostener una lucha a muerte donde no puede haber claudicación, tenemos también
que dar nuestros pasos de avances en sentido tecnológico, crear nuestra técnica;
la técnica que, con nuestros propios técnicos, suministre base para que
avancemos nosotros por nuestra propia cuenta; para que no tengamos que recibir
siempre técnicos de países amigos que vengan a enseñarnos cada cosa como hay
que hacerla, para que después caminemos con nuestros propios pies, creemos
nuestra propia sociedad con nuestra propia técnica, con nuestro propio impulso,
con nuestra manera de ser, y podamos ser un país fuerte y un país rico.
Es
una tarea de años. Pero como todas las tareas de años, cortas o largas, para
acabarlas hay que empezar. Y ahora, en este momento, se ha dado el paso
imprescindible para empezar; después surgirán solas, por su propia fuerza,
todas las inventivas del pueblo, y dentro de muy pocos años las máquinas serán
lo habitual, y a aquel que le hablen de cortar a mano, de cargar a mano,
considerará que aquello es un trabajo bestial, inhumano, una cosa del pasado a
la cual no se puede regresar.
Acuérdense
que no hay macheteros en Cuba, y no porque la gente se haya ido, porque la gente
que cortaba caña está aquí; sino que eligió cualquier otra cosa que no fuera
cortar caña. ¿Por qué? Porque cortar caña es duro, porque cortar caña es un
trabajo agobiador, pesado, que no tiene ninguna gracia, además; y, además, no
se acaba nunca el cañaveral. (Risas y aplausos.)
Por
todas esas cosas, compañeros, nosotros tenemos que ponerle el énfasis a la
mecanización. Y eso que digo para Camagüey debe ser interpretado por los compañeros
para todo el país. Y trabajar en cada lugar donde haya aparatos para ir
perfeccionando ideas, o creando ideas nuevas. No somos renuentes a recibir todas
las ideas que a la gente se les ocurra y que tengan lógica.
Bien,
compañeros: dentro de un mes se realizará la próxima confrontación, donde
hay tres provincias que van a disputar el primer lugar -por lo menos recocido
por ellas-; a los otros compañeros Conrado les quitó el uso de la palabra, no
pudieron decir lo mismo; probablemente uno o dos más hubieran dicho... yo creo
que Matanzas sería más modesto porque está en malas condiciones.
De
todas maneras el esfuerzo de la emulación debe seguir, pero acordarse siempre
de lo que empezamos a decir en este resumen que se va alargando un poco; es
decir, que la emulación es el arma que nos va a permitir aumentar el trabajo,
crear en este sector del azúcar más riquezas para tener más moneda, para
tener más posibilidades de adquirir lo que nosotros necesitemos en el
extranjero, y al mismo tiempo sirve para modelar a todo nuestro pueblo en el espíritu
de trabajo constructivo.
Así
lo que tenemos que ver, y el ganador parcial de la próxima confrontación debe
tener como aspiración máxima que haya otra provincia que lo supere, pero que
lo supere ampliamente mediante su trabajo en la siguiente confrontación.
Ahora
el asunto es trabajar, y el asunto es trabajar con este sentido.
Bien,
compañeros, creo que en la próxima confrontación no estaremos presentes, pero
en la siguiente, en Santa Clara, pienso darme un saltico para asistir también a
ver como están.
Hasta
ese momento pues. (Ovación.)
Tomado
de: Escritos y discursos, tomo 7 , Editorial de Ciencias Sociales, La Habana
1977, páginas 3-?
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Discurso en la asamblea general de
trabajadores
de la Textilería Ariguanabo
24
de marzo de 1963
Compañeros:
Habíamos
decidido, con los compañeros organizadores de esta provincia, de todo nuestro
Partido, concurrir a esta asamblea, dada la importancia que tiene en la producción
del país la textilera de Ariguanabo, que en el momento actual es la unidad que
tiene más trabajadores en todo el país. Es decir, es el centro industrial más
grande con que cuenta nuestro país.
Además,
es determinante en una de las industrias más importantes, para contribuir al
bienestar de nuestro pueblo, para asegurar los vestidos, una de las cosas
fundamentales que la Revolución debe dar al pueblo, cualesquiera que sean las
condiciones, cualesquiera que sean las dificultades a que nos veamos sometidos.
Y
hemos venido también para analizar este nuevo proceso, por el que se han
cambiado una serie de conceptos en la organización del Partido y se vuelve a
las masas.
Como
ustedes lo han apreciado, más aún, como ustedes lo han sancionado los miembros
del Partido Unido de la Revolución Socialista que salen de este centro de
trabajo, son hombres que cuentan con el apoyo unánime de los compañeros de
trabajo. Los núcleos se forman en este momento, las organizaciones del Partido,
cuentan desde ahora con todo el respaldo de los compañeros, cuentan con todo el
prestigio necesario, y abandonan el trabajo casi subterráneo, casi conspirativo
que durante un buen tiempo fue el que dio la tónica al trabajo de nuestro
Partido dirigente.
De
esa penumbra en que se vivía, de esos núcleos clandestinos, elegidos en una
forma mecánica, considerando sin análisis suficiente las cualidades de los
compañeros, se pasa a una nueva forma estructural, en la cual son las masas las
que deciden en el primer escalón quienes deber ser los obreros ejemplares
propuestos como miembros del Partido.
De
allí la enorme diferencia. De allí también la enorme fuerza que debe cobrar
el Partido dirigente, sí consecuente con toda una línea de cambios en la
estructura, en la organización, en el esquema general de concepción del
Partido, se pone éste firmemente a la cabeza del Estado proletario, y guía con
sus actos, con su ejemplo, con sus sacrificio, con la profundidad de su
pensamiento y la audacia de sus actos, cada uno de los momentos de nuestra
Revolución. Sin embargo, no todo está perfecto todavía ni mucho menos. Muchas
cosas hay que arreglar.
Sin
ir más lejos: hacíamos ahora una pequeña estadística: 197 compañeros han
sido reconocidos con todas las cualidades necesarias para integrar el Partido
Unido de la Revolución Socialista en este centro de trabajo, donde hay más de
tres mil obreros. ¿Cuál es la cifra exacta? Bueno, cuatro mil, lo mismo da
para los efectos estadísticos. De allí se han elegido 197 compañeros, pero de
esos 197 compañeros, solamente hay cinco mujeres. Y, sin embargo, la proporción
de mujeres que trabajan aquí, en Ariguanabo, es mucho mayor que ese 2,5 que
arroja nuestra estadística. Esto indica que hay un fallo en la incorporación
de la mujer, en igualdad de derechos, en igualdad de condiciones, al trabajo
activo de la construcción del socialismo. Y sería bueno que todos nos pusiéramos
a analizar en cada lugar el porqué.
Dos
causas son las que lucen, aparentemente, más claras y determinantes en esto.
Una de ellas es que, efectivamente la mujer todavía no se ha desatado de toda
una serie de lazos que la unen a una tradición del pasado que está muerto. Y,
esa manera, no se incorpora a la vida activa de un trabajador revolucionario.
Otra puede ser, que la masa de trabajadores, el llamado sexo fuerte, considera
que todavía las mujeres no tienen el suficiente desarrollo, y hacen valer la
mayoría que tienen; en lugares como éstos se notan más los hombres, se hace más
claro su trabajo, y de allí se olvida un poco, se trata subjetivamente el papel
de la mujer.
Hace
unos meses -pocos meses- nosotros tuvimos que cambiar una funcionaria en el
Ministerio de Industrias, una funcionaria capaz. ¿Por qué? Porque tenía un
trabajo que la obligaba a salir por las provincias, muchas veces con inspectores
o con el jefe, con el Director General. Y esta compañera, que estaba casada
-creo que con un miembro del Ejército Rebelde-, por voluntad de su marido, no
podía salir sola; entonces, tenía que supeditar todos sus viajes a que el
marido dejara su trabajo, y la acompañara a cualquier lugar donde tuviera que
ir, de una provincia.
Esta
es una manifestación cerril de discriminación de la mujer. ¿Es que acaso la
mujer tiene que acompañar al marido cada vez que tiene que salir por el
interior de las provincias, o por cualquier lugar para vigilarlo, no vaya a caer
en tentaciones, o algo por el estilo?
¿Qué
indica esto? Pues, sencillamente, que el pasado sigue pesando en nosotros; que
la liberación de la mujer no está completa. Y una de las tareas de nuestro
Partido debe ser lograr su libertad total, su libertad interna, porque no se
trata de una obligación física que se imponga a las mujeres para retrotraerse
en determinadas acciones; es también el peso de una tradición anterior.
Y
en esta nueva etapa que vivimos, en la etapa de construcción del socialismo,
donde se barren todas las discriminaciones y sólo queda como única y
determinante la dictadura, la dictadura de la clase obrera, como clase
organizada sobre las demás clases que han sido derrotadas; y la preparación en
un largo camino que estará lleno de muchas luchas, de muchos sinsabores todavía,
de la sociedad perfecta que será la sociedad sin clases, la sociedad donde
desaparezcan todas las diferencias, en este momento no se puede admitir otro
tipo de dictadura que no sea la dictadura del proletariado como clase.
Y
el proletariado no tiene sexo; es el conjunto de todos los hombre y mujeres que,
en todos los puestos de trabajo del país, luchan consecuentemente para obtener
un fin común.
Este
es un ejemplo de todo lo que hay que hacer. Pero, naturalmente, solamente un
ejemplo y no se agotan con eso. Muchas cosas quedan por hacer; más aún, sin
llevarnos a las tradiciones del pasado anterior al triunfo de la Revolución
quedan una serie de tradiciones del pasado posterior, es decir, del pasado que
pertenece a nuestra historia prerrevolucionaria.
Las
tradiciones de que miembros del Partido, de los sindicatos, de diversas
organizaciones de masas, dirijan, orienten, dictaminen pero muchas veces no
trabajen. Y eso es algo completamente negativo.
Quien
aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al
veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido dirigente o se
propone como dirigente porque es el mejor entre lo buenos, por su trabajo, su
espíritu de sacrificio, su constante actitud de vanguardia en todas las luchas
que el proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo.
Eso
todavía pesa en nosotros. Todavía nuestras organizaciones no están totalmente
exentas de ese pecado que se incorporó a nuestras tradiciones tan jóvenes
dentro de la Revolución, y que empezaron a hacer daño. Y también desterrar
totalmente todo lo que significa el pensar que se elegido miembro de alguna
organización de masas o del partido dirigente de la Revolución -dirigente en
alguna de las distintas facetas que toma- le permite a estos compañeros tener
la más mínima oportunidad de lograr algo más que el resto del pueblo.
Es
decir, esa política de premiar al bueno con bienes materiales, de premiar a
quien demostró tener mayor conciencia y mayor espíritu de sacrificio con
bienes materiales.
Y
éstas son dos cosas que constantemente van chocando y van integrándose dialécticamente
en el proceso de construcción del socialismo: por un lado los estímulos
materiales necesarios, porque salimos de una sociedad que no pensaba nada más
que en estímulos materiales y construimos una sociedad nueva sobre la base de
aquella vieja sociedad, con toda una serie de traslados en la conciencia de la
gente de aquella vieja sociedad, y porque no tenemos lo suficiente todavía para
dar a cada cual según su necesidad.
Por
eso el interés material estará presente durante un tiempo en el proceso de
construcción del socialismo.
Pero,
precisamente, la acción del Partido de vanguardia es la de levantar al máximo
la bandera opuesta, la del interés moral, la del estímulo moral, la de los
hombres que luchan y se sacrifican y no esperan otra cosa que el reconocimiento
de sus compañeros, no esperan otra cosa que la sanción que ustedes hoy han
dado a los compañeros eligiéndolos para formar parte del Partido Unido de la
Revolución.
El
estímulo moral, la creación de una nueva conciencia socialista, es el punto en
que debemos apoyarnos y hacia donde debemos ir, y hacer énfasis en él.
El
estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que
contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de
la gente a medida que avance el proceso. Uno está en decidido proceso de
ascenso; el otro debe estar en decidido proceso de extinción. El estímulo
material no participará en la sociedad nueva que se crea, se extinguirá en el
camino y hay que preparar las condiciones para que ese tipo de movilización que
hoy es efectiva vaya perdiendo cada vez más su importancia y la vaya ocupando
el estímulo moral, el sentido del deber, la nueva conciencia revolucionaria.
Compañeros,
ahora se han dado los primeros pasos, ya existe oficialmente -digamos- el
Partido Unido de la Revolución en este centro de trabajo; está compuesto en
este primer momento, al menos, por 197 compañeros. ¿Cuáles son las cualidades
que se han buscado en ellos? Ustedes las saben, porque ustedes mismos los han
elegido. Ustedes conoce del espíritu de sacrificio, de la camaradería, del
amor a la patria, del espíritu de ser vanguardia en cada momento de lucha, el
espíritu de conductor mediante el ejemplo, de conductor modesto, de conductor
sin estridencias, que debe tener un miembro del Partido. Pero, además, el
miembro de Partido nuevo tiene que ser un hombre que sienta íntimamente en todo
su ser las nuevas verdades, y que las sienta con naturalidad, que aquello que
sea sacrificio para el común de la gente sea para él simplemente la acción
cotidiana, lo que hay que hacer y lo que es natural hacer.
Es
decir, que se cambie totalmente la actitud frente a determinadas obligaciones
del hombre en su vida cotidiana y a determinadas obligaciones de un
revolucionario en un proceso de desarrollo como el nuestro, frente a un cerco
imperialista.
Hace
pocos días, en una de las tantas reuniones que tenemos, desgraciadamente, y que
todavía no hemos podido desterrar, uno de los compañeros contó el último
chiste -el último chiste, por lo menos, que llegó a mis oídos- que está
referido a la constitución del Partido.
Y
se trataba de un hombre que iba a entrar al Partido y al cual le decían los
miembros del seccional, en fin, los organizadores, le explicaban los deberes de
un comunista. Le explicaban la necesidad de estar al frente en el trabajo de
horas extra, de conducir con el ejemplo, de utilizar todas las horas del día en
mejorar su preparación cultural, de ir los domingos al trabajo voluntario, de
trabajar voluntariamente todos los días, olvidarse de todo lo que fuera la
vanidad y concretarse todo el tiempo a trabajar, a participar en todos los
organismos de masas que existan en este momento y, por último, le decían: «y,
además, usted como miembro del Partido debe estar listo en todo momento a dar
su vida a la Revolución. ¿Usted estará listo?» Y entonces el hombre
contestaba: «Bueno, si voy a llevar esa vida que usted dice, ¿para qué la
quiero? Encantado la doy.»
¿Por
qué? Es el viejo concepto el que está expresado en ese chiste, no se si
contrarrevolucionario o revolucionario, pero sí de un profundo contenido
contrarrevolucionario. ¿Por qué? Porque precisamente un trabajador de
vanguardia, un miembro del Partido dirigente de la Revolución, siente todos
estos trabajos que se llaman sacrificio con un interés nuevo, como una parte de
su deber, pero no de su deber impuesto, sino de su deber interno y lo hace con
interés.
Y
las cosas más banales y más aburridas se transforman, por imperio del interés,
del esfuerzo interior del individuo, de la profundización de su conciencia, en
cosas importantes y sustanciales, en algo que no puede dejar de hacer sin
sentirse mal; en lo que se llama sacrificio. Y se convierte entonces no hacer el
sacrificio en el verdadero sacrificio para un revolucionario. Es decir, que las
categorías y los conceptos ya van variando.
El
revolucionario cabal, el miembro del Partido dirigente de la Revolución deberá
trabajar todas las horas, todos los minutos de su vida, en estos años de lucha
tan dura como nos esperan, con un interés siempre renovado y siempre creciente
y siempre fresco. Esta es una cualidad fundamental.
Eso
significa sentir la Revolución. Eso significa que el hombre es un
revolucionario por dentro, que siente como revolucionario. Y entonces el
concepto de sacrificio adquiere nuevas modalidades.
El
militante del Partido Unido de la Revolución es un marxista; debe conocer el
marxismo y debe aplicar consecuentemente, en su análisis, el materialismo dialéctico
para poder interpretar el mundo cabalmente.
Pero
el mundo es grande, es amplio, tiene muchas estructuras diferentes, ha pasado
por muchas civilizaciones diferentes, y en ese momento, incluso, todavía en
algunos puntos de este mundo hay estratos de la sociedad o pueblos que viven en
la más primitiva de las sociedades que se conocen: en la sociedad del comunismo
primitivo. Y también existe el esclavismo, desgraciadamente, y existe mucho en
América, por ejemplo, el feudalismo, y existe el capitalismo y su última
etapa: el imperialismo. Además existen los pueblos que están entrando a
construir el socialismo y aquellos -como la Unión Soviética- que empiezan a
construir el comunismo.
Pero
aun cuando los pueblos estén en la misma definición social, sean capitalista o
estén en proceso de construcción del socialismo o cualquier otro, han arribado
a esa etapa histórica por caminos diferentes y en condiciones peculiares para
cada pueblo.
Por
eso el marxismo es solamente una guía par la acción. Se han descubierto las
grandes verdades fundamentales, y a partir de ellas, utilizando el materialismo
dialéctico como arma, se va interpretando la realidad en cada lugar del mundo.
Por eso ninguna construcción será igual; todas tendrán características
peculiares, propias a su formación.
Y
las características de nuestra Revolución también son propias. No pueden
desligarse de las grandes verdades, no pueden ignorar las verdades absolutas
descubiertas por el marxismo, no inventadas, no establecidas como dogmas, sino
descubiertas en al análisis del desarrollo de la sociedad. Pero habrá
condiciones propias, y los miembros del Partido Unido de la Revolución deberán
ser creadores, deberán manejar la teoría y crear la práctica de acuerdo con
la teoría y con las condiciones propias de este país en que nos toca vivir y
luchar.
Es
decir, que la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, debe encararse
huyendo del mecanismo como de la peste. El mecanismo no conduce sino a formas
estereotipadas, no conduce sino a núcleos clandestinos, al favoritismo, y toda
una serie de males dentro de la organización revolucionaria. Hay que obrar dialécticamente,
apoyarse en las masas, estar siempre en contacto con las masas, dirigirlas
mediante su ejemplo, utilizar la ideología marxista, utilizar el materialismo
dialéctico y ser creadores en todo momento.
Frente
a esto, ¿cómo podríamos definir las tareas más importantes de un miembro del
Partido Unido de la Revolución? Hay dos fundamentales, dos que vuelven a
repetirse constantemente y que son la base en que está apoyado todo el
desarrollo de la sociedad: la producción, el desarrollo de los bienes para el
pueblo; y la profundización de la conciencia.
De
más está explicarles a ustedes por qué es tan importante la producción.
Porque la producción debe ser algo que siempre esté presente en las
inquietudes grandes de un miembro del Partido.
El
socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico,
basado en la bondad del hombre como hombre. El socialismo es un régimen al que
se llega históricamente, y que tiene como base la socialización de los bienes
fundamentales de producción y la distribución equitativa de todas las riquezas
de la sociedad, dentro de un marco en el cual haya producción de tipo social.
Es decir, la producción que creó el capitalismo: las grandes fábricas, las
grandes haciendas capitalistas, las grandes fincas capitalistas, los lugares
donde el trabajo, el trabajo del hombre se hacía en comunidad, en sociedad;
pero en aquella época el aprovechamiento del fruto de su trabajo se hacía
individualmente por los capitalistas, por la clase explotadora, por la poseedora
jurídica de los bienes de producción.
Han
cambiado ahora las cosas. Pero el fundamento sigue siendo el mismo: una clase
social, una estructura social que llega y se apoya necesariamente en la
anterior. Y el proceso de construcción del socialismo, es el proceso de
desarrollo de toda nuestra producción.
¿Y
por qué la conciencia? Bien, la conciencia es todavía más importante, si
cabe. Y es tan importante por las características nuevas que arroja los
procesos de desarrollo de las sociedades en este siglo.
Cuando
Marx hizo el análisis de las sociedades se conocía y había sociedad
primitiva, y una sociedad feudal, y antes, una sociedad esclavista, y se conocía
la sociedad capitalista. Lo que hizo Marx fue analizar el por qué de cada una;
demostrar que estaba todo relacionado con la producción, que la conciencia del
hombre está generada por el medio en que vivía, y ese medio estaba dado por
las relaciones de producción. Pero al profundizar en el análisis, Marx hizo
algo más importante todavía: demostró que, históricamente, el capitalismo
debía desaparecer y dar paso a una nueva sociedad: la sociedad socialista.
Pero
pasando el tiempo, Lenin profundizó más el análisis y llegó a la conclusión
de que, el paso de una sociedad a otra, no era un paso mecánico, que las
condiciones podían acelerarse al máximo, mediante algunos catalizadores, pudiéramos
llamar -no es una frase de Lenin, sino mía, pero es la idea, la idea central.
Es decir, que si había una vanguardia del proletariado que fuera capaz de tomar
las reivindicaciones fundamentales del proletariado, y, tener, además la idea
clara de a dónde se debía ir, y tratar de tomar el poder, para ir a establecer
la nueva sociedad, se podía avanzar y quemar etapas, y que, además, la
sociedad socialista se podía desarrollar en un solo país aislado, aun en las
condiciones del más terrible cerco imperialista, como fue el que debió
afrontar la Unión Soviética durante los primeros años de la creación del
estado soviético, y allí entonces, comienza el por qué es tan importante la
conciencia.
Porque
nosotros hemos averiguado que el proceso de desarrollo histórico de las
sociedades, en determinadas condiciones, pueden abreviarse, y que el Partido de
vanguardia es una de las armas fundamentales para abreviarlas. Y
consecuentemente con la lección que diera la Unión Soviética hace ya 45 años,
en Cuba, hicimos lo mismo. Pudimos abreviar mediante el movimiento de
vanguardia, quemar etapas y establece el carácter socialista de nuestra
Revolución, dos años después de haber triunfado la Revolución, e incluso,
sancionar el carácter socialista de la Revolución, cuando de hecho, en la práctica,
ya tenía carácter socialista, porque habíamos tomado los medios de producción,
íbamos a la toma total de esos medios; íbamos a la eliminación de la
explotación del hombre por el hombre, e íbamos a la planificación de todos
los procesos productivos para poder distribuir correctamente y equitativamente,
entre todos. Pero esos proceso de aceleración van dejando mucha gente en el
camino.
La
sociedad vieja pesa, los conceptos de la sociedad vieja pesan, constantemente,
en la conciencia de los hombres. Y allí es donde el factor de profundización
de la conciencia socialista adquiere tanta importancia.
No
se llega al socialismo en las condiciones actuales de nuestro país, y en muchos
otros que lo han hecho por la explosión de las condiciones sociales anteriores.
Es decir, por un cambio mecánico, porque había tantas condiciones objetivas
que ya el tránsito al socialismo era, simplemente, una cuestión de forma.
Es
decir, que ya en la conciencia de todo el mundo había apuntado la necesidad de
una sociedad nueva.
Aquí
no, aquí fue la vanguardia la que fue desarrollando, la que fue llevando al
pueblo, fue la tarea primerísima de Fidel, dirigiendo a nuestro pueblo, dándole
en cada momento la indicación de lo que era más importante hacer, dando las
lecciones de dignidad, de espíritu de sacrificio, de bravura, que hemos tenido
que dar al mundo entero, en estos cuatro años de Revolución. Y así la gente a
veces por motivo emocionales fue ingresando en el proceso de construcción del
socialismo, pero siempre quedan rezagados, y nuestra función no es la de
liquidar a los rezagados, no es la de aplastarlos y obligarlos a que acaten a
una vanguardia armada, sino la de educarlos, la de llevarlos adelante, la de
hacer que nos sigan por nuestro ejemplo, la compulsión moral que llamara Fidel
una vez. Es decir, que cada hombre se sienta compelido a hacer aquello que no
tiene ganas de hacer, que no siente la necesidad de hacer, por el ejemplo de sus
mejores compañeros, que lo están haciendo con entusiasmo, con fervor, con
alegría día a día.
El
ejemplo, el buen ejemplo, como el mal ejemplo, es muy contagioso, y nosotros
tenemos que contagiar con buenos ejemplos, trabajar sobre la conciencia de la
gente, golpearle la conciencia a la gente, demostrar de lo que somos capaces;
demostrar de lo que es capaz una Revolución cuando está en el poder, cuando
está segura de su objetivo final, cuando tiene fe en la justicia de sus fines y
la línea que ha seguido, y cuando está dispuesta, como estuvo dispuesto
nuestro pueblo entero antes de ceder un paso en lo que era nuestro legítimo
derecho.
Todo
esto tenemos que amalgamarlo, explicarlo y hacerlo carne, en cada uno de los que
no lo han entendido, aun en aquellos que todavía no lo sienten como una cosa
interna. Ir poco a poco convirtiéndolos a ellos también en una necesidad.
Será
largo, será muy duro, pero ahí es donde nosotros tenemos que golpear. Estamos
nosotros casi tan cercados como lo estaba la Unión Soviética en aquellos años
terribles y maravillosos a la vez de la historia de la humanidad. Pero existe la
Unión Soviética, existe el campo de los países socialistas, un bloque inmenso
de gente que va agrandando cada vez nuevas fuerzas y nuevos pueblos a la idea
del socialismo.
Nosotros
estamos en América aislados; se preparan por la OEA en un lugar, los Estados
Unidos se preparan por otro, preparan provocaciones en Guatemala, preparan
provocaciones en cualquier país de América; aviones sospechosamente caen en
territorio cuyo gobierno es enemigo nuestro, y aparecen cartas y aparecen
informes. Y todo es la misma cara de la gran conspiración del imperialismo
contra el pueblo cubano.
¿Por
qué? Porque aún cuando nosotros tenemos defectos -y lo sabemos-, aún cuando
nuestro camino de cuatro años tiene grandes victorias y relativos fracasos, el
número, el peso de las victorias es tan grande y tan aleccionador para América,
que el imperialismo nos tiene miedo, nos tiene más miedo a nosotros quizás que
a otros pueblos fuertes de la tierra.
La
base del imperialismo está en América; el imperialismo norteamericano, que es
el más fuerte, está en América. América habla español, América nos
entiende a nosotros, América nos admira y ve en nosotros la imagen de lo que
puede ser el futuro para todos sus pueblos, y se prepara para esa victoria.
Si
hay guerrillas en América -y lo sabemos nosotros y lo sabe el Pentágono-, no
son creaciones nuestras ni mucho menos; no podemos hacerlo, no hay fuerzas, pero
sí las vemos con alegría. Nos entusiasmamos con los triunfos de los
venezolanos, con la profundización de la revolución venezolana; nos
entusiasmamos cuando sabemos que en Guatemala, en Colombia, en el Perú, hay
brotes revolucionarios; cuando el andamiaje del poder imperial empieza a sufrir
resquebrajaduras, todavía pequeñas pero sistemáticas, en cada uno de esos
puntos, nos alegramos.
Y
esto, compañeros, tiene algo muy palpable para ver en América. Ese algo que
les habla en español, en su propia lengua y que explica en forma clara qué es
lo que hay que hacer para alcanzar la felicidad, se llama la Revolución cubana.
Por eso nos temen de verdad.
No
es estridencia nuestra, nos es un orgullo falso ni una pretensión falsa de un
pequeño país: es un análisis objetivo de los hechos. Todos nosotros somos
responsables de que nos teman y nos odien los imperialistas. ¡Y ese debe ser
nuestro gran orgullo: el miedo y el odio que nos tienen!; el que sienta el señor
Kennedy que es un forúnculo terrible que no lo deja dormir esta Revolución
cubana, o el que tienen todos los títeres de América la imagen de su futuro en
la imagen de lo que les pasó a los que estaban aquí. Que comprendan el alcance
y la profundidad de la justicia popular cuando alcanza el poder libre de trabas.
Esa
es nuestra obra definitiva y gran responsabilidad ante América entera y ante el
mundo también.
Hemos
dado una lección de dignidad que los norteamericanos no pensaron nunca pudiera
ocurrir a fines del año pasado. Y cada vez la seguimos dando con nuestros
actos.
Eso
es lo que vale en términos que superan nuestro ámbito pequeño y eso también
es nuestro orgullo. Ese es nuestro orgullo más grande: el que a un cubano en
cualquier lugar del mundo se le respete, se le admire, se le quiera y a veces se
le tema y se le odie por lo que representa la Revolución, por la profundidad
que ha alcanzado, por sus logros en cuatro años.
Es
decir, compañeros, que tenemos que aprestarnos a multiplicar los logros y a
disminuir los errores, a profundizar la conciencia de las masas y aumentar la
producción, a dar más con nuestras fuerzas, acostumbrarnos a que en la
producción también podemos caminar solos, como hemos caminado en muchos
momentos difíciles. Y que la ayuda de los países amigos -una ayuda generosa y
fraternal que se nos ha dado muchas veces- debe ser el elemento para
consolidarnos y para asegurar más la Revolución, pero no la base, no la base
de nuestras fuerzas en otro país por más amigo y desinteresado que sea, porque
no puede existir una fuerza verdadera que no emane de la propia conciencia de su
fuerza. Cuando un pueblo alcanza la conciencia de su fuerza, la decisión de
luchar, la decisión de ir hacia adelante, entonces sí es fuerte y entonces sí
puede plantarse frente a cualquier enemigo.
Lo
hemos hecho, y en términos generales podemos estar muy orgullosos de lo que
hemos hecho todos. Pero también debemos analizar crudamente y objetivamente, así
como ustedes analizaron a sus compañeros y les hicieron la crítica a aquel que
merecía la crítica, así debemos analizar nosotros nuestro trabajo, cruda y
objetivamente, y criticarlo cada vez que sea pobre, cada vez que no resuelva los
problemas fundamentales, cada vez que caiga en el conformismo, en el mecanismo,
cada vez que deje de ser creador y vital.
Todo
eso es lo que se pretende de ustedes los miembros del Partido Unido de la
Revolución, y se pretende además todo eso de todos ustedes, los que han
elegido al Partido, los que lo han sancionado y no pertenecen todavía a ese
Partido.
Nosotros
pretendemos que todo nuestro pueblo marche a un solo ritmo, con un solo paso;
que su destacamento de vanguardia tenga que luchar y caminar muy rápido con
muchas dificultades para superar al destacamento más fuerte, al destacamento
entero del pueblo. Esa es la tarea.
Los
compañeros del Partido tienen ahora la obligación de ser la vanguardia.
Recuerden lo que les dijo Fidel: «... allí estarán los mejores, los Camilos,
los hombre de confianza, los hombres de sacrificio y de espíritu fuerte...»
Pero también nuestro pueblo entero tiene que hacerse como aquellos guerrilleros
que empezaron desorganizados, que le tenían miedo a los aviones y a los tanques
y a los soldados enemigos, y que acabaron avanzando por todos los territorios de
Cuba y destruyendo un ejército que era mucho más poderoso, que tenía todos
los medios de destrucción en sus manos, pero que no tenía moral.
Y
en aquel momento final cuando se logró la victoria, se logró porque ya la
vanguardia no representaba la exclusividad del valor; la vanguardia en todo caso
podía ser más valor, un poco más de valor, pero era el Ejército Rebelde
entero el que representaba el valor del pueblo.
Y
cada vez que se acrecentaba su fuerza, su valor y su decisión de luchar, el
enemigo cedía, el enemigo iba abandonando posiciones, iba perdiendo fe, se iba
desintegrando hasta que se disolvió.
Esa
es nuestra tarea; es muy difícil y muy sencilla, todo depende de cómo la
encaremos, todo depende de cómo nos situemos frente a la realidad
revolucionaria y de lo que seamos capaces de hacer, desprovistos al máximo de
las taras de la sociedad que ha muerto.
[Comisión
para perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.]
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Discurso
en Minas del Frío
3
de abril de 1963
Compañeros
profesores y alumnos, al pasar por aquí cerca, quisimos venir a este lugar, que
fue escenario de la primera escuela que fundó la Revolución en esta zona.
Aquella escuela tenía motivos tácticos diferentes, pero tenía el mismo fin
que ésta de ahora, en aquella época no había mujeres, apenas un pequeño
grupito de compañeras, pero aquí aprendieron los hombres que después tuvieron
que hacer una de las marchas más difíciles de la revolución, la Columna
Invasora, tuvo su prueba de fuego, precisamente en este lugar. Ya han
desaparecido la mayoría de los primeros edificios que construimos, pero muy
distinto a como está ahora. En aquella época hacíamos al revés que ahora,
ahora tratamos de mostrar con todo orgullo este centro a todo el mundo y no nos
preocupa y más bien nos alegra que se vea desde el aire, en aquella época, la
aviación del enemigo dominaba los aires de Cuba. La primera construcción se
hizo en la zona que tienen ustedes enfrente, aquella zona donde ahora creo que
hay la planta eléctrica, había más árboles, pero el enemigo lo descubrió a
los 15 días de construido, de allí en adelante todos los días mañana y tarde
durante tres meses sufrimos bombardeos diarios. Y ésa fue la prueba de fuego
que tuvo nuestra Columna. Allí también los muchachos aprendían las primeras
letras. En nuestra columna había un maestro cuyo nombre de guerra era Moisés
pero que se llamaba Pablo, está hoy en nuestro ejército, fue con nosotros en
la columna y daba las primeras letras a los compañeros.
Nuestra
columna tenía un 90% de analfabetos cuando salió de Las Mercedes para Las
Villas. Entra la tarea educacional, la tarea de educación política y las
bombas nos educamos para la victoria. Allí todos nos forjamos, aquí, todos nos
forjamos, aprendimos a despreciar al enemigo por lo débil que era a pesar de su
fuerzas; comprendíamos que había cosa más importantes que las armas, había
fuerzas más grandes que las fuerzas de las armas y que la victoria sería del
pueblo, nuestra moral crecía todos los días, no había comida tampoco. Ustedes
hoy tienen una comida de campaña, una comida que los prepara para una vida de
abnegación, aquellas épocas eran mucho peor. Cuando había, era una lata de
leche condensada, de frijoles negros a veces sin sal. Así pasamos varios meses,
el ejército llegó justamente hasta aquí, tomó esta escuela, la línea
defensiva pasaba por aquellas lomas todas las cuales las conozco perfectamente,
y en cada una de ellas prácticamente hemos tenido que combatir y allí murió
la ofensiva del ejército, la Mina del Frío fue el último punto que tomó el
ejército en su última ofensiva también. La tuvo en sus manos 20 días y se
retiró sin combatir porque había sido ya rodeado en una zona, las Vegas de
Jibacoa, se retiraron entonces a Las Mercedes. De allí en adelante se
prepararon muchos grupos de combatientes y de aquí surgió la gran fuerza ideológica
del Ejército Rebelde, Ejército que tenía su propia fuerza, la desarrollada en
el combate, en las privaciones pero que la metodizó aquí, aquí se hicieron
también conjuntamente con las obras que hacía el compañero Raúl en el
Segundo Frente las primeras cartillas que enseñaban a los compañeros cuáles
eran nuestras aspiraciones. Hoy cuando volvemos aquí vemos un espectáculo
distinto, si se entornan los ojos, cada una de esas lomas trae recuerdos de
acciones de guerra, cada una ellas, todas éstas, fue recorrida muchas veces por
nosotros, casi conocíamos cada árbol, todos los días teníamos nuestros
propios lugares para correr a escondernos cuando venían los aviones enemigos,
sin embargo, el espectáculo es totalmente distinto, hay una juventud nueva, hay
toda una construcción, es la Revolución en marcha que está en las mismas
lomas con los mismos propósitos pero preparándose ahora para una tarea muchos
más linda, mucho más hermosa que aquella tarea de matar, con todo lo que
tuviera de significación, porque hay que matar para lograr la victoria. Hoy la
victoria es nuestra, hoy tenemos un ejército que consolida la victoria, pero
sin embargo, tenemos que consolidarlo en el plano cultural y ustedes serán los
encargados de eso y serán en la mejor forma posible; no llegarán como maestros
dentro de algunos años solamente a verter a sus alumnos la experiencia lograda
en los libros, la historia de los mártires, de los héroes de la Revolución,
los que forjaron la nacionalidad aprendida en los libros, ustedes conocerán una
parte viva de esta última etapa de la historia. Conocerán los sacrificios,
conocerán el contacto con el pueblo, conocerán el contacto con la privaciones
de los campesinos que todavía hoy subsisten en esta zona, aunque no es ni
siguiera un reflejo de lo que ocurría en aquella época. Ustedes serán
verdadero maestros revolucionarios, conscientes de su tarea, conscientes de la
importancia que tiene esta tarea, conscientes de que ustedes miembros de la
sociedad, se deben a ella y deben darle lo más puro de su ser a todos esos
alumnos pequeños que tendrán a su cargo dentro de algunos años. Probablemente
en aquella época ya hayan desaparecido las huellas de todos esos catarros que
me están saludando aquí por todos lados (risas), pero se acordarán siempre de
esta experiencia, siempre se acordarán de esta época de Minas de Frío, así
como nosotros nos acordaremos siempre y cada vez que andamos cerca de la Sierra
no podemos resistir la tentación de volver a ver aquellos lugares donde casi
podría decirse que soñábamos simplemente, porque la correlación de fuerza
era tan grande en contra nuestra que parecía sólo un sueño el de la victoria
y el de la Revolución socialista.
Todo
esto se ha logrado, sin embargo, volvemos aquí. Y este va a ser un lugar al que
ustedes volverán dentro del algunos años. Reconocerán también, como yo
reconozco hoy, cada uno de estos montes que ustedes habrán caminado ya muchas
veces. Y reconocerán en este lugar el lugar donde se ha forjado lo mejor de su
ser, lo más puro, aquello que tiene el hombre que lo incita a darse para la
sociedad, a darse para los demás y a trabajar por ser más perfecto y por
comunicar todo su saber, todos sus anhelos a otros hombres, a otros seres
humanos. Por eso tendrá tanta significación para ustedes. Es seguro de que no
lo olvidarán. Cuando vuelvan de aquí a algunos años tendrán ya a lo mejor
mucha experiencia, habrán pasado por sus manos muchos alumnos, sin embargo,
volverán a sentir una emoción nueva que hoy quizás no puedan conocer ni
puedan palpar, ésa es para el futuro, cuando uno madura un poquito más, porque
uno va madurando todos los días y después ustedes, llegarán a un momento en
que sientan la necesidad de recordar algunas de las cosas.
Tengo
que decirles que su tarea y por tanto sus recuerdos serán todavía más lindos
que los que pueda sentir uno, ustedes serán constructores de un mundo nuevo,
verán surgido de sus manos a los hombres que van a construir el comunismo, a
los hombre que van a hacer desaparecer las clases de Cuba y con ellos la lucha
de clase, que van a hacer desaparecer todas las lacras del pasado, será apenas
un recuerdo en el pasado todo esto que hoy estamos viviendo, incluso las
agresiones de los imperialistas y entonces podrán decir como nosotros hoy, que
por lo menos una parte, una etapa de la gran tarea ha sido construida, pero no
tendrán deseos de detenerse, porque siempre habrá más tarea, siempre habrá
nuevas cosas que hacer y junto con ello habrá que superarse más, seguir
adelante.
Muchos
serán solamente maestros, otros seguirán estudiando, se perfeccionarán en la
Universidad, seguirán estas mismas carreras relacionadas con la Pedagogía,
otros pasarán a otras carreras. La consigna del momento para toda nuestra
juventud es no detenerse un minuto en la tarea de la cultura, seguir siempre
adelante, aprender siempre algo nuevo y estar siempre dispuesto a dar eso nuevo
que hemos aprendido en beneficio de todos, y todo eso lo lograrán porque ha
habido una Revolución que triunfó, una Revolución cuyo jefe Fidel Castro -una
vez por aquí, cuando tenía apenas un grupito de hombres a su mando-, supo ver
y supo soñar con ella y supo casi producirla en cada una de sus etapas, y lo
tendrán también porque ustedes han pasado por esta escuela de sacrificio y se
han forjado como hombres y mujeres nuevos. Eso es todo lo que quería decirles.
(Aplausos.) Acuérdense compañeros que entre las necesidades del hombre está
el comer y ustedes tienen que comer, tienen que estudiar, tienen que dormir y
tienen que levantarse mañana dispuestos de nuevo a otra jornada, ¿eh? ¿estamos
de acuerdo? (Sí, gritan del público.) De modo que yo le comunicaré al compañero
Fidel el deseo que tienen ustedes de verlo aquí entre ustedes (aplausos) y
espero que cuando él llegue lo reciban con el mismo, no con el mismo no, con
muchísimo más entusiasmo (exclamaciones) pero con un poquito más de
disciplina (exclamaciones), ¿eh? para que no lo ahoguen, porque a mí casi me
ahogaron ahí en el pantano. Bien, compañeros, yo me tengo que retirar, ustedes
tienen que seguir en sus quehaceres de modo que será hasta siempre.
¡Patria
o muerte!
[Comisión
para perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.]
Tomado
de: Escritos y discursos, tomo 7 , Editorial de Ciencias Sociales, La Habana
1977, páginas ?-59
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de la Textilería Ariguanabo
24
de marzo de 1963
Compañeros:
Habíamos
decidido, con los compañeros organizadores de esta provincia, de todo nuestro
Partido, concurrir a esta asamblea, dada la importancia que tiene en la producción
del país la textilera de Ariguanabo, que en el momento actual es la unidad que
tiene más trabajadores en todo el país. Es decir, es el centro industrial más
grande con que cuenta nuestro país.
Además,
es determinante en una de las industrias más importantes, para contribuir al
bienestar de nuestro pueblo, para asegurar los vestidos, una de las cosas
fundamentales que la Revolución debe dar al pueblo, cualesquiera que sean las
condiciones, cualesquiera que sean las dificultades a que nos veamos sometidos.
Y
hemos venido también para analizar este nuevo proceso, por el que se han
cambiado una serie de conceptos en la organización del Partido y se vuelve a
las masas.
Como
ustedes lo han apreciado, más aún, como ustedes lo han sancionado los miembros
del Partido Unido de la Revolución Socialista que salen de este centro de
trabajo, son hombres que cuentan con el apoyo unánime de los compañeros de
trabajo. Los núcleos se forman en este momento, las organizaciones del Partido,
cuentan desde ahora con todo el respaldo de los compañeros, cuentan con todo el
prestigio necesario, y abandonan el trabajo casi subterráneo, casi conspirativo
que durante un buen tiempo fue el que dio la tónica al trabajo de nuestro
Partido dirigente.
De
esa penumbra en que se vivía, de esos núcleos clandestinos, elegidos en una
forma mecánica, considerando sin análisis suficiente las cualidades de los
compañeros, se pasa a una nueva forma estructural, en la cual son las masas las
que deciden en el primer escalón quienes deber ser los obreros ejemplares
propuestos como miembros del Partido.
De
allí la enorme diferencia. De allí también la enorme fuerza que debe cobrar
el Partido dirigente, sí consecuente con toda una línea de cambios en la
estructura, en la organización, en el esquema general de concepción del
Partido, se pone éste firmemente a la cabeza del Estado proletario, y guía con
sus actos, con su ejemplo, con sus sacrificio, con la profundidad de su
pensamiento y la audacia de sus actos, cada uno de los momentos de nuestra
Revolución. Sin embargo, no todo está perfecto todavía ni mucho menos. Muchas
cosas hay que arreglar.
Sin
ir más lejos: hacíamos ahora una pequeña estadística: 197 compañeros han
sido reconocidos con todas las cualidades necesarias para integrar el Partido
Unido de la Revolución Socialista en este centro de trabajo, donde hay más de
tres mil obreros. ¿Cuál es la cifra exacta? Bueno, cuatro mil, lo mismo da
para los efectos estadísticos. De allí se han elegido 197 compañeros, pero de
esos 197 compañeros, solamente hay cinco mujeres. Y, sin embargo, la proporción
de mujeres que trabajan aquí, en Ariguanabo, es mucho mayor que ese 2,5 que
arroja nuestra estadística. Esto indica que hay un fallo en la incorporación
de la mujer, en igualdad de derechos, en igualdad de condiciones, al trabajo
activo de la construcción del socialismo. Y sería bueno que todos nos pusiéramos
a analizar en cada lugar el porqué.
Dos
causas son las que lucen, aparentemente, más claras y determinantes en esto.
Una de ellas es que, efectivamente la mujer todavía no se ha desatado de toda
una serie de lazos que la unen a una tradición del pasado que está muerto. Y,
esa manera, no se incorpora a la vida activa de un trabajador revolucionario.
Otra puede ser, que la masa de trabajadores, el llamado sexo fuerte, considera
que todavía las mujeres no tienen el suficiente desarrollo, y hacen valer la
mayoría que tienen; en lugares como éstos se notan más los hombres, se hace más
claro su trabajo, y de allí se olvida un poco, se trata subjetivamente el papel
de la mujer.
Hace
unos meses -pocos meses- nosotros tuvimos que cambiar una funcionaria en el
Ministerio de Industrias, una funcionaria capaz. ¿Por qué? Porque tenía un
trabajo que la obligaba a salir por las provincias, muchas veces con inspectores
o con el jefe, con el Director General. Y esta compañera, que estaba casada
-creo que con un miembro del Ejército Rebelde-, por voluntad de su marido, no
podía salir sola; entonces, tenía que supeditar todos sus viajes a que el
marido dejara su trabajo, y la acompañara a cualquier lugar donde tuviera que
ir, de una provincia.
Esta
es una manifestación cerril de discriminación de la mujer. ¿Es que acaso la
mujer tiene que acompañar al marido cada vez que tiene que salir por el
interior de las provincias, o por cualquier lugar para vigilarlo, no vaya a caer
en tentaciones, o algo por el estilo?
¿Qué
indica esto? Pues, sencillamente, que el pasado sigue pesando en nosotros; que
la liberación de la mujer no está completa. Y una de las tareas de nuestro
Partido debe ser lograr su libertad total, su libertad interna, porque no se
trata de una obligación física que se imponga a las mujeres para retrotraerse
en determinadas acciones; es también el peso de una tradición anterior.
Y
en esta nueva etapa que vivimos, en la etapa de construcción del socialismo,
donde se barren todas las discriminaciones y sólo queda como única y
determinante la dictadura, la dictadura de la clase obrera, como clase
organizada sobre las demás clases que han sido derrotadas; y la preparación en
un largo camino que estará lleno de muchas luchas, de muchos sinsabores todavía,
de la sociedad perfecta que será la sociedad sin clases, la sociedad donde
desaparezcan todas las diferencias, en este momento no se puede admitir otro
tipo de dictadura que no sea la dictadura del proletariado como clase.
Y
el proletariado no tiene sexo; es el conjunto de todos los hombre y mujeres que,
en todos los puestos de trabajo del país, luchan consecuentemente para obtener
un fin común.
Este
es un ejemplo de todo lo que hay que hacer. Pero, naturalmente, solamente un
ejemplo y no se agotan con eso. Muchas cosas quedan por hacer; más aún, sin
llevarnos a las tradiciones del pasado anterior al triunfo de la Revolución
quedan una serie de tradiciones del pasado posterior, es decir, del pasado que
pertenece a nuestra historia prerrevolucionaria.
Las
tradiciones de que miembros del Partido, de los sindicatos, de diversas
organizaciones de masas, dirijan, orienten, dictaminen pero muchas veces no
trabajen. Y eso es algo completamente negativo.
Quien
aspire a ser dirigente tiene que poder enfrentarse, o mejor dicho, exponerse al
veredicto de las masas, y tener confianza de que ha sido elegido dirigente o se
propone como dirigente porque es el mejor entre lo buenos, por su trabajo, su
espíritu de sacrificio, su constante actitud de vanguardia en todas las luchas
que el proletariado debe realizar a diario para la construcción del socialismo.
Eso
todavía pesa en nosotros. Todavía nuestras organizaciones no están totalmente
exentas de ese pecado que se incorporó a nuestras tradiciones tan jóvenes
dentro de la Revolución, y que empezaron a hacer daño. Y también desterrar
totalmente todo lo que significa el pensar que se elegido miembro de alguna
organización de masas o del partido dirigente de la Revolución -dirigente en
alguna de las distintas facetas que toma- le permite a estos compañeros tener
la más mínima oportunidad de lograr algo más que el resto del pueblo.
Es
decir, esa política de premiar al bueno con bienes materiales, de premiar a
quien demostró tener mayor conciencia y mayor espíritu de sacrificio con
bienes materiales.
Y
éstas son dos cosas que constantemente van chocando y van integrándose dialécticamente
en el proceso de construcción del socialismo: por un lado los estímulos
materiales necesarios, porque salimos de una sociedad que no pensaba nada más
que en estímulos materiales y construimos una sociedad nueva sobre la base de
aquella vieja sociedad, con toda una serie de traslados en la conciencia de la
gente de aquella vieja sociedad, y porque no tenemos lo suficiente todavía para
dar a cada cual según su necesidad.
Por
eso el interés material estará presente durante un tiempo en el proceso de
construcción del socialismo.
Pero,
precisamente, la acción del Partido de vanguardia es la de levantar al máximo
la bandera opuesta, la del interés moral, la del estímulo moral, la de los
hombres que luchan y se sacrifican y no esperan otra cosa que el reconocimiento
de sus compañeros, no esperan otra cosa que la sanción que ustedes hoy han
dado a los compañeros eligiéndolos para formar parte del Partido Unido de la
Revolución.
El
estímulo moral, la creación de una nueva conciencia socialista, es el punto en
que debemos apoyarnos y hacia donde debemos ir, y hacer énfasis en él.
El
estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que
contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de
la gente a medida que avance el proceso. Uno está en decidido proceso de
ascenso; el otro debe estar en decidido proceso de extinción. El estímulo
material no participará en la sociedad nueva que se crea, se extinguirá en el
camino y hay que preparar las condiciones para que ese tipo de movilización que
hoy es efectiva vaya perdiendo cada vez más su importancia y la vaya ocupando
el estímulo moral, el sentido del deber, la nueva conciencia revolucionaria.
Compañeros,
ahora se han dado los primeros pasos, ya existe oficialmente -digamos- el
Partido Unido de la Revolución en este centro de trabajo; está compuesto en
este primer momento, al menos, por 197 compañeros. ¿Cuáles son las cualidades
que se han buscado en ellos? Ustedes las saben, porque ustedes mismos los han
elegido. Ustedes conoce del espíritu de sacrificio, de la camaradería, del
amor a la patria, del espíritu de ser vanguardia en cada momento de lucha, el
espíritu de conductor mediante el ejemplo, de conductor modesto, de conductor
sin estridencias, que debe tener un miembro del Partido. Pero, además, el
miembro de Partido nuevo tiene que ser un hombre que sienta íntimamente en todo
su ser las nuevas verdades, y que las sienta con naturalidad, que aquello que
sea sacrificio para el común de la gente sea para él simplemente la acción
cotidiana, lo que hay que hacer y lo que es natural hacer.
Es
decir, que se cambie totalmente la actitud frente a determinadas obligaciones
del hombre en su vida cotidiana y a determinadas obligaciones de un
revolucionario en un proceso de desarrollo como el nuestro, frente a un cerco
imperialista.
Hace
pocos días, en una de las tantas reuniones que tenemos, desgraciadamente, y que
todavía no hemos podido desterrar, uno de los compañeros contó el último
chiste -el último chiste, por lo menos, que llegó a mis oídos- que está
referido a la constitución del Partido.
Y
se trataba de un hombre que iba a entrar al Partido y al cual le decían los
miembros del seccional, en fin, los organizadores, le explicaban los deberes de
un comunista. Le explicaban la necesidad de estar al frente en el trabajo de
horas extra, de conducir con el ejemplo, de utilizar todas las horas del día en
mejorar su preparación cultural, de ir los domingos al trabajo voluntario, de
trabajar voluntariamente todos los días, olvidarse de todo lo que fuera la
vanidad y concretarse todo el tiempo a trabajar, a participar en todos los
organismos de masas que existan en este momento y, por último, le decían: «y,
además, usted como miembro del Partido debe estar listo en todo momento a dar
su vida a la Revolución. ¿Usted estará listo?» Y entonces el hombre
contestaba: «Bueno, si voy a llevar esa vida que usted dice, ¿para qué la
quiero? Encantado la doy.»
¿Por
qué? Es el viejo concepto el que está expresado en ese chiste, no se si
contrarrevolucionario o revolucionario, pero sí de un profundo contenido
contrarrevolucionario. ¿Por qué? Porque precisamente un trabajador de
vanguardia, un miembro del Partido dirigente de la Revolución, siente todos
estos trabajos que se llaman sacrificio con un interés nuevo, como una parte de
su deber, pero no de su deber impuesto, sino de su deber interno y lo hace con
interés.
Y
las cosas más banales y más aburridas se transforman, por imperio del interés,
del esfuerzo interior del individuo, de la profundización de su conciencia, en
cosas importantes y sustanciales, en algo que no puede dejar de hacer sin
sentirse mal; en lo que se llama sacrificio. Y se convierte entonces no hacer el
sacrificio en el verdadero sacrificio para un revolucionario. Es decir, que las
categorías y los conceptos ya van variando.
El
revolucionario cabal, el miembro del Partido dirigente de la Revolución deberá
trabajar todas las horas, todos los minutos de su vida, en estos años de lucha
tan dura como nos esperan, con un interés siempre renovado y siempre creciente
y siempre fresco. Esta es una cualidad fundamental.
Eso
significa sentir la Revolución. Eso significa que el hombre es un
revolucionario por dentro, que siente como revolucionario. Y entonces el
concepto de sacrificio adquiere nuevas modalidades.
El
militante del Partido Unido de la Revolución es un marxista; debe conocer el
marxismo y debe aplicar consecuentemente, en su análisis, el materialismo dialéctico
para poder interpretar el mundo cabalmente.
Pero
el mundo es grande, es amplio, tiene muchas estructuras diferentes, ha pasado
por muchas civilizaciones diferentes, y en ese momento, incluso, todavía en
algunos puntos de este mundo hay estratos de la sociedad o pueblos que viven en
la más primitiva de las sociedades que se conocen: en la sociedad del comunismo
primitivo. Y también existe el esclavismo, desgraciadamente, y existe mucho en
América, por ejemplo, el feudalismo, y existe el capitalismo y su última
etapa: el imperialismo. Además existen los pueblos que están entrando a
construir el socialismo y aquellos -como la Unión Soviética- que empiezan a
construir el comunismo.
Pero
aun cuando los pueblos estén en la misma definición social, sean capitalista o
estén en proceso de construcción del socialismo o cualquier otro, han arribado
a esa etapa histórica por caminos diferentes y en condiciones peculiares para
cada pueblo.
Por
eso el marxismo es solamente una guía par la acción. Se han descubierto las
grandes verdades fundamentales, y a partir de ellas, utilizando el materialismo
dialéctico como arma, se va interpretando la realidad en cada lugar del mundo.
Por eso ninguna construcción será igual; todas tendrán características
peculiares, propias a su formación.
Y
las características de nuestra Revolución también son propias. No pueden
desligarse de las grandes verdades, no pueden ignorar las verdades absolutas
descubiertas por el marxismo, no inventadas, no establecidas como dogmas, sino
descubiertas en al análisis del desarrollo de la sociedad. Pero habrá
condiciones propias, y los miembros del Partido Unido de la Revolución deberán
ser creadores, deberán manejar la teoría y crear la práctica de acuerdo con
la teoría y con las condiciones propias de este país en que nos toca vivir y
luchar.
Es
decir, que la tarea de la construcción del socialismo en Cuba, debe encararse
huyendo del mecanismo como de la peste. El mecanismo no conduce sino a formas
estereotipadas, no conduce sino a núcleos clandestinos, al favoritismo, y toda
una serie de males dentro de la organización revolucionaria. Hay que obrar dialécticamente,
apoyarse en las masas, estar siempre en contacto con las masas, dirigirlas
mediante su ejemplo, utilizar la ideología marxista, utilizar el materialismo
dialéctico y ser creadores en todo momento.
Frente
a esto, ¿cómo podríamos definir las tareas más importantes de un miembro del
Partido Unido de la Revolución? Hay dos fundamentales, dos que vuelven a
repetirse constantemente y que son la base en que está apoyado todo el
desarrollo de la sociedad: la producción, el desarrollo de los bienes para el
pueblo; y la profundización de la conciencia.
De
más está explicarles a ustedes por qué es tan importante la producción.
Porque la producción debe ser algo que siempre esté presente en las
inquietudes grandes de un miembro del Partido.
El
socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico,
basado en la bondad del hombre como hombre. El socialismo es un régimen al que
se llega históricamente, y que tiene como base la socialización de los bienes
fundamentales de producción y la distribución equitativa de todas las riquezas
de la sociedad, dentro de un marco en el cual haya producción de tipo social.
Es decir, la producción que creó el capitalismo: las grandes fábricas, las
grandes haciendas capitalistas, las grandes fincas capitalistas, los lugares
donde el trabajo, el trabajo del hombre se hacía en comunidad, en sociedad;
pero en aquella época el aprovechamiento del fruto de su trabajo se hacía
individualmente por los capitalistas, por la clase explotadora, por la poseedora
jurídica de los bienes de producción.
Han
cambiado ahora las cosas. Pero el fundamento sigue siendo el mismo: una clase
social, una estructura social que llega y se apoya necesariamente en la
anterior. Y el proceso de construcción del socialismo, es el proceso de
desarrollo de toda nuestra producción.
¿Y
por qué la conciencia? Bien, la conciencia es todavía más importante, si
cabe. Y es tan importante por las características nuevas que arroja los
procesos de desarrollo de las sociedades en este siglo.
Cuando
Marx hizo el análisis de las sociedades se conocía y había sociedad
primitiva, y una sociedad feudal, y antes, una sociedad esclavista, y se conocía
la sociedad capitalista. Lo que hizo Marx fue analizar el por qué de cada una;
demostrar que estaba todo relacionado con la producción, que la conciencia del
hombre está generada por el medio en que vivía, y ese medio estaba dado por
las relaciones de producción. Pero al profundizar en el análisis, Marx hizo
algo más importante todavía: demostró que, históricamente, el capitalismo
debía desaparecer y dar paso a una nueva sociedad: la sociedad socialista.
Pero
pasando el tiempo, Lenin profundizó más el análisis y llegó a la conclusión
de que, el paso de una sociedad a otra, no era un paso mecánico, que las
condiciones podían acelerarse al máximo, mediante algunos catalizadores, pudiéramos
llamar -no es una frase de Lenin, sino mía, pero es la idea, la idea central.
Es decir, que si había una vanguardia del proletariado que fuera capaz de tomar
las reivindicaciones fundamentales del proletariado, y, tener, además la idea
clara de a dónde se debía ir, y tratar de tomar el poder, para ir a establecer
la nueva sociedad, se podía avanzar y quemar etapas, y que, además, la
sociedad socialista se podía desarrollar en un solo país aislado, aun en las
condiciones del más terrible cerco imperialista, como fue el que debió
afrontar la Unión Soviética durante los primeros años de la creación del
estado soviético, y allí entonces, comienza el por qué es tan importante la
conciencia.
Porque
nosotros hemos averiguado que el proceso de desarrollo histórico de las
sociedades, en determinadas condiciones, pueden abreviarse, y que el Partido de
vanguardia es una de las armas fundamentales para abreviarlas. Y
consecuentemente con la lección que diera la Unión Soviética hace ya 45 años,
en Cuba, hicimos lo mismo. Pudimos abreviar mediante el movimiento de
vanguardia, quemar etapas y establece el carácter socialista de nuestra
Revolución, dos años después de haber triunfado la Revolución, e incluso,
sancionar el carácter socialista de la Revolución, cuando de hecho, en la práctica,
ya tenía carácter socialista, porque habíamos tomado los medios de producción,
íbamos a la toma total de esos medios; íbamos a la eliminación de la
explotación del hombre por el hombre, e íbamos a la planificación de todos
los procesos productivos para poder distribuir correctamente y equitativamente,
entre todos. Pero esos proceso de aceleración van dejando mucha gente en el
camino.
La
sociedad vieja pesa, los conceptos de la sociedad vieja pesan, constantemente,
en la conciencia de los hombres. Y allí es donde el factor de profundización
de la conciencia socialista adquiere tanta importancia.
No
se llega al socialismo en las condiciones actuales de nuestro país, y en muchos
otros que lo han hecho por la explosión de las condiciones sociales anteriores.
Es decir, por un cambio mecánico, porque había tantas condiciones objetivas
que ya el tránsito al socialismo era, simplemente, una cuestión de forma.
Es
decir, que ya en la conciencia de todo el mundo había apuntado la necesidad de
una sociedad nueva.
Aquí
no, aquí fue la vanguardia la que fue desarrollando, la que fue llevando al
pueblo, fue la tarea primerísima de Fidel, dirigiendo a nuestro pueblo, dándole
en cada momento la indicación de lo que era más importante hacer, dando las
lecciones de dignidad, de espíritu de sacrificio, de bravura, que hemos tenido
que dar al mundo entero, en estos cuatro años de Revolución. Y así la gente a
veces por motivo emocionales fue ingresando en el proceso de construcción del
socialismo, pero siempre quedan rezagados, y nuestra función no es la de
liquidar a los rezagados, no es la de aplastarlos y obligarlos a que acaten a
una vanguardia armada, sino la de educarlos, la de llevarlos adelante, la de
hacer que nos sigan por nuestro ejemplo, la compulsión moral que llamara Fidel
una vez. Es decir, que cada hombre se sienta compelido a hacer aquello que no
tiene ganas de hacer, que no siente la necesidad de hacer, por el ejemplo de sus
mejores compañeros, que lo están haciendo con entusiasmo, con fervor, con
alegría día a día.
El
ejemplo, el buen ejemplo, como el mal ejemplo, es muy contagioso, y nosotros
tenemos que contagiar con buenos ejemplos, trabajar sobre la conciencia de la
gente, golpearle la conciencia a la gente, demostrar de lo que somos capaces;
demostrar de lo que es capaz una Revolución cuando está en el poder, cuando
está segura de su objetivo final, cuando tiene fe en la justicia de sus fines y
la línea que ha seguido, y cuando está dispuesta, como estuvo dispuesto
nuestro pueblo entero antes de ceder un paso en lo que era nuestro legítimo
derecho.
Todo
esto tenemos que amalgamarlo, explicarlo y hacerlo carne, en cada uno de los que
no lo han entendido, aun en aquellos que todavía no lo sienten como una cosa
interna. Ir poco a poco convirtiéndolos a ellos también en una necesidad.
Será
largo, será muy duro, pero ahí es donde nosotros tenemos que golpear. Estamos
nosotros casi tan cercados como lo estaba la Unión Soviética en aquellos años
terribles y maravillosos a la vez de la historia de la humanidad. Pero existe la
Unión Soviética, existe el campo de los países socialistas, un bloque inmenso
de gente que va agrandando cada vez nuevas fuerzas y nuevos pueblos a la idea
del socialismo.
Nosotros
estamos en América aislados; se preparan por la OEA en un lugar, los Estados
Unidos se preparan por otro, preparan provocaciones en Guatemala, preparan
provocaciones en cualquier país de América; aviones sospechosamente caen en
territorio cuyo gobierno es enemigo nuestro, y aparecen cartas y aparecen
informes. Y todo es la misma cara de la gran conspiración del imperialismo
contra el pueblo cubano.
¿Por
qué? Porque aún cuando nosotros tenemos defectos -y lo sabemos-, aún cuando
nuestro camino de cuatro años tiene grandes victorias y relativos fracasos, el
número, el peso de las victorias es tan grande y tan aleccionador para América,
que el imperialismo nos tiene miedo, nos tiene más miedo a nosotros quizás que
a otros pueblos fuertes de la tierra.
La
base del imperialismo está en América; el imperialismo norteamericano, que es
el más fuerte, está en América. América habla español, América nos
entiende a nosotros, América nos admira y ve en nosotros la imagen de lo que
puede ser el futuro para todos sus pueblos, y se prepara para esa victoria.
Si
hay guerrillas en América -y lo sabemos nosotros y lo sabe el Pentágono-, no
son creaciones nuestras ni mucho menos; no podemos hacerlo, no hay fuerzas, pero
sí las vemos con alegría. Nos entusiasmamos con los triunfos de los
venezolanos, con la profundización de la revolución venezolana; nos
entusiasmamos cuando sabemos que en Guatemala, en Colombia, en el Perú, hay
brotes revolucionarios; cuando el andamiaje del poder imperial empieza a sufrir
resquebrajaduras, todavía pequeñas pero sistemáticas, en cada uno de esos
puntos, nos alegramos.
Y
esto, compañeros, tiene algo muy palpable para ver en América. Ese algo que
les habla en español, en su propia lengua y que explica en forma clara qué es
lo que hay que hacer para alcanzar la felicidad, se llama la Revolución cubana.
Por eso nos temen de verdad.
No
es estridencia nuestra, nos es un orgullo falso ni una pretensión falsa de un
pequeño país: es un análisis objetivo de los hechos. Todos nosotros somos
responsables de que nos teman y nos odien los imperialistas. ¡Y ese debe ser
nuestro gran orgullo: el miedo y el odio que nos tienen!; el que sienta el señor
Kennedy que es un forúnculo terrible que no lo deja dormir esta Revolución
cubana, o el que tienen todos los títeres de América la imagen de su futuro en
la imagen de lo que les pasó a los que estaban aquí. Que comprendan el alcance
y la profundidad de la justicia popular cuando alcanza el poder libre de trabas.
Esa
es nuestra obra definitiva y gran responsabilidad ante América entera y ante el
mundo también.
Hemos
dado una lección de dignidad que los norteamericanos no pensaron nunca pudiera
ocurrir a fines del año pasado. Y cada vez la seguimos dando con nuestros
actos.
Eso
es lo que vale en términos que superan nuestro ámbito pequeño y eso también
es nuestro orgullo. Ese es nuestro orgullo más grande: el que a un cubano en
cualquier lugar del mundo se le respete, se le admire, se le quiera y a veces se
le tema y se le odie por lo que representa la Revolución, por la profundidad
que ha alcanzado, por sus logros en cuatro años.
Es
decir, compañeros, que tenemos que aprestarnos a multiplicar los logros y a
disminuir los errores, a profundizar la conciencia de las masas y aumentar la
producción, a dar más con nuestras fuerzas, acostumbrarnos a que en la
producción también podemos caminar solos, como hemos caminado en muchos
momentos difíciles. Y que la ayuda de los países amigos -una ayuda generosa y
fraternal que se nos ha dado muchas veces- debe ser el elemento para
consolidarnos y para asegurar más la Revolución, pero no la base, no la base
de nuestras fuerzas en otro país por más amigo y desinteresado que sea, porque
no puede existir una fuerza verdadera que no emane de la propia conciencia de su
fuerza. Cuando un pueblo alcanza la conciencia de su fuerza, la decisión de
luchar, la decisión de ir hacia adelante, entonces sí es fuerte y entonces sí
puede plantarse frente a cualquier enemigo.
Lo
hemos hecho, y en términos generales podemos estar muy orgullosos de lo que
hemos hecho todos. Pero también debemos analizar crudamente y objetivamente, así
como ustedes analizaron a sus compañeros y les hicieron la crítica a aquel que
merecía la crítica, así debemos analizar nosotros nuestro trabajo, cruda y
objetivamente, y criticarlo cada vez que sea pobre, cada vez que no resuelva los
problemas fundamentales, cada vez que caiga en el conformismo, en el mecanismo,
cada vez que deje de ser creador y vital.
Todo
eso es lo que se pretende de ustedes los miembros del Partido Unido de la
Revolución, y se pretende además todo eso de todos ustedes, los que han
elegido al Partido, los que lo han sancionado y no pertenecen todavía a ese
Partido.
Nosotros
pretendemos que todo nuestro pueblo marche a un solo ritmo, con un solo paso;
que su destacamento de vanguardia tenga que luchar y caminar muy rápido con
muchas dificultades para superar al destacamento más fuerte, al destacamento
entero del pueblo. Esa es la tarea.
Los
compañeros del Partido tienen ahora la obligación de ser la vanguardia.
Recuerden lo que les dijo Fidel: «... allí estarán los mejores, los Camilos,
los hombre de confianza, los hombres de sacrificio y de espíritu fuerte...»
Pero también nuestro pueblo entero tiene que hacerse como aquellos guerrilleros
que empezaron desorganizados, que le tenían miedo a los aviones y a los tanques
y a los soldados enemigos, y que acabaron avanzando por todos los territorios de
Cuba y destruyendo un ejército que era mucho más poderoso, que tenía todos
los medios de destrucción en sus manos, pero que no tenía moral.
Y
en aquel momento final cuando se logró la victoria, se logró porque ya la
vanguardia no representaba la exclusividad del valor; la vanguardia en todo caso
podía ser más valor, un poco más de valor, pero era el Ejército Rebelde
entero el que representaba el valor del pueblo.
Y
cada vez que se acrecentaba su fuerza, su valor y su decisión de luchar, el
enemigo cedía, el enemigo iba abandonando posiciones, iba perdiendo fe, se iba
desintegrando hasta que se disolvió.
Esa
es nuestra tarea; es muy difícil y muy sencilla, todo depende de cómo la
encaremos, todo depende de cómo nos situemos frente a la realidad
revolucionaria y de lo que seamos capaces de hacer, desprovistos al máximo de
las taras de la sociedad que ha muerto.
[Comisión
para perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara.]
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Discurso en Minas del Frío
3 de abril de 1963
Compañeros profesores y alumnos, al pasar por aquí cerca, quisimos
venir a este lugar, que fue escenario de la primera escuela que fundó la
Revolución en esta zona. Aquella escuela tenía motivos tácticos diferentes,
pero tenía el mismo fin que ésta de ahora, en aquella época no había
mujeres, apenas un pequeño grupito de compañeras, pero aquí aprendieron los
hombres que después tuvieron que hacer una de las marchas más difíciles de la
revolución, la Columna Invasora, tuvo su prueba de fuego, precisamente en este
lugar. Ya han desaparecido la mayoría de los primeros edificios que
construimos, pero muy distinto a como está ahora. En aquella época hacíamos
al revés que ahora, ahora tratamos de mostrar con todo orgullo este centro a
todo el mundo y no nos preocupa y más bien nos alegra que se vea desde el aire,
en aquella época, la aviación del enemigo dominaba los aires de Cuba. La
primera construcción se hizo en la zona que tienen ustedes enfrente, aquella
zona donde ahora creo que hay la planta eléctrica, había más árboles, pero
el enemigo lo descubrió a los 15 días de construido, de allí en adelante
todos los días mañana y tarde durante tres meses sufrimos bombardeos diarios.
Y ésa fue la prueba de fuego que tuvo nuestra Columna. Allí también los
muchachos aprendían las primeras letras. En nuestra columna había un maestro
cuyo nombre de guerra era Moisés pero que se llamaba Pablo, está hoy en
nuestro ejército, fue con nosotros en la columna y daba las primeras letras a
los compañeros.
Nuestra columna tenía un 90% de analfabetos cuando salió de Las
Mercedes para Las Villas. Entra la tarea educacional, la tarea de educación política
y las bombas nos educamos para la victoria. Allí todos nos forjamos, aquí,
todos nos forjamos, aprendimos a despreciar al enemigo por lo débil que era a
pesar de su fuerzas; comprendíamos que había cosa más importantes que las
armas, había fuerzas más grandes que las fuerzas de las armas y que la
victoria sería del pueblo, nuestra moral crecía todos los días, no había
comida tampoco. Ustedes hoy tienen una comida de campaña, una comida que los
prepara para una vida de abnegación, aquellas épocas eran mucho peor. Cuando
había, era una lata de leche condensada, de frijoles negros a veces sin sal. Así
pasamos varios meses, el ejército llegó justamente hasta aquí, tomó esta
escuela, la línea defensiva pasaba por aquellas lomas todas las cuales las
conozco perfectamente, y en cada una de ellas prácticamente hemos tenido que
combatir y allí murió la ofensiva del ejército, la Mina del Frío fue el último
punto que tomó el ejército en su última ofensiva también. La tuvo en sus
manos 20 días y se retiró sin combatir porque había sido ya rodeado en una
zona, las Vegas de Jibacoa, se retiraron entonces a Las Mercedes. De allí en
adelante se prepararon muchos grupos de combatientes y de aquí surgió la gran
fuerza ideológica del Ejército Rebelde, Ejército que tenía su propia fuerza,
la desarrollada en el combate, en las privaciones pero que la metodizó aquí,
aquí se hicieron también conjuntamente con las obras que hacía el compañero
Raúl en el Segundo Frente las primeras cartillas que enseñaban a los compañeros
cuáles eran nuestras aspiraciones. Hoy cuando volvemos aquí vemos un espectáculo
distinto, si se entornan los ojos, cada una de esas lomas trae recuerdos de
acciones de guerra, cada una ellas, todas éstas, fue recorrida muchas veces por
nosotros, casi conocíamos cada árbol, todos los días teníamos nuestros
propios lugares para correr a escondernos cuando venían los aviones enemigos,
sin embargo, el espectáculo es totalmente distinto, hay una juventud nueva, hay
toda una construcción, es la Revolución en marcha que está en las mismas
lomas con los mismos propósitos pero preparándose ahora para una tarea muchos
más linda, mucho más hermosa que aquella tarea de matar, con todo lo que
tuviera de significación, porque hay que matar para lograr la victoria. Hoy la
victoria es nuestra, hoy tenemos un ejército que consolida la victoria, pero
sin embargo, tenemos que consolidarlo en el plano cultural y ustedes serán los
encargados de eso y serán en la mejor forma posible; no llegarán como maestros
dentro de algunos años solamente a verter a sus alumnos la experiencia lograda
en los libros, la historia de los mártires, de los héroes de la Revolución,
los que forjaron la nacionalidad aprendida en los libros, ustedes conocerán una
parte viva de esta última etapa de la historia. Conocerán los sacrificios,
conocerán el contacto con el pueblo, conocerán el contacto con la privaciones
de los campesinos que todavía hoy subsisten en esta zona, aunque no es ni
siguiera un reflejo de lo que ocurría en aquella época. Ustedes serán
verdadero maestros revolucionarios, conscientes de su tarea, conscientes de la
importancia que tiene esta tarea, conscientes de que ustedes miembros de la
sociedad, se deben a ella y deben darle lo más puro de su ser a todos esos
alumnos pequeños que tendrán a su cargo dentro de algunos años. Probablemente
en aquella época ya hayan desaparecido las huellas de todos esos catarros que
me están saludando aquí por todos lados (risas), pero se acordarán siempre de
esta experiencia, siempre se acordarán de esta época de Minas de Frío, así
como nosotros nos acordaremos siempre y cada vez que andamos cerca de la Sierra
no podemos resistir la tentación de volver a ver aquellos lugares donde casi
podría decirse que soñábamos simplemente, porque la correlación de fuerza
era tan grande en contra nuestra que parecía sólo un sueño el de la victoria
y el de la Revolución socialista.
Todo esto se ha logrado, sin embargo, volvemos aquí. Y este va a ser un
lugar al que ustedes volverán dentro del algunos años. Reconocerán también,
como yo reconozco hoy, cada uno de estos montes que ustedes habrán caminado ya
muchas veces. Y reconocerán en este lugar el lugar donde se ha forjado lo mejor
de su ser, lo más puro, aquello que tiene el hombre que lo incita a darse para
la sociedad, a darse para los demás y a trabajar por ser más perfecto y por
comunicar todo su saber, todos sus anhelos a otros hombres, a otros seres
humanos. Por eso tendrá tanta significación para ustedes. Es seguro de que no
lo olvidarán. Cuando vuelvan de aquí a algunos años tendrán ya a lo mejor
mucha experiencia, habrán pasado por sus manos muchos alumnos, sin embargo,
volverán a sentir una emoción nueva que hoy quizás no puedan conocer ni
puedan palpar, ésa es para el futuro, cuando uno madura un poquito más, porque
uno va madurando todos los días y después ustedes, llegarán a un momento en
que sientan la necesidad de recordar algunas de las cosas.
Tengo que decirles que su tarea y por tanto sus recuerdos serán todavía
más lindos que los que pueda sentir uno, ustedes serán constructores de un
mundo nuevo, verán surgido de sus manos a los hombres que van a construir el
comunismo, a los hombre que van a hacer desaparecer las clases de Cuba y con
ellos la lucha de clase, que van a hacer desaparecer todas las lacras del
pasado, será apenas un recuerdo en el pasado todo esto que hoy estamos
viviendo, incluso las agresiones de los imperialistas y entonces podrán decir
como nosotros hoy, que por lo menos una parte, una etapa de la gran tarea ha
sido construida, pero no tendrán deseos de detenerse, porque siempre habrá más
tarea, siempre habrá nuevas cosas que hacer y junto con ello habrá que
superarse más, seguir adelante.
Muchos serán solamente maestros, otros seguirán estudiando, se
perfeccionarán en la Universidad, seguirán estas mismas carreras relacionadas
con la Pedagogía, otros pasarán a otras carreras. La consigna del momento para
toda nuestra juventud es no detenerse un minuto en la tarea de la cultura,
seguir siempre adelante, aprender siempre algo nuevo y estar siempre dispuesto a
dar eso nuevo que hemos aprendido en beneficio de todos, y todo eso lo lograrán
porque ha habido una Revolución que triunfó, una Revolución cuyo jefe Fidel
Castro -una vez por aquí, cuando tenía apenas un grupito de hombres a su
mando-, supo ver y supo soñar con ella y supo casi producirla en cada una de
sus etapas, y lo tendrán también porque ustedes han pasado por esta escuela de
sacrificio y se han forjado como hombres y mujeres nuevos. Eso es todo lo que
quería decirles. (Aplausos.) Acuérdense compañeros que entre las necesidades
del hombre está el comer y ustedes tienen que comer, tienen que estudiar,
tienen que dormir y tienen que levantarse mañana dispuestos de nuevo a otra
jornada, ¿eh? ¿estamos de acuerdo? (Sí, gritan del público.) De modo que yo
le comunicaré al compañero Fidel el deseo que tienen ustedes de verlo aquí
entre ustedes (aplausos) y espero que cuando él llegue lo reciban con el mismo,
no con el mismo no, con muchísimo más entusiasmo (exclamaciones) pero con un
poquito más de disciplina (exclamaciones), ¿eh? para que no lo ahoguen, porque
a mí casi me ahogaron ahí en el pantano. Bien, compañeros, yo me tengo que
retirar, ustedes tienen que seguir en sus quehaceres de modo que será hasta
siempre.
¡Patria o muerte
[Comisión para perpetuar la memoria del Comandante Ernesto Guevara
Tomado de: Escritos y discursos, tomo 7 , Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana 1977
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