Biografia De Horacio Quiroga

 

Horacio Quiroga cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo, nació en Salto, Uruguay el 31 de diciembre de 1879, y el día 19 de febrero de 1937, con 58 años de edad, estando internado en un hospital de Buenos Aires, se suicidó ingiriendo cianuro. Influido principalmente por Edgar Allan Poe, Rudyard Kipling y Guy de Maupassant, Horacio Quiroga depuró una notoria precisión de estilo, que le permitió narrar magistralmente la violencia y el horror que se esconden detrás de la aparente apacibilidad de la naturaleza.

Era hijo menor del vicecónsul argentino en Salto y de Pastora Forteza, de nacionalidad uruguaya.
Horacio parecería haber estado marcado por el destino, por la gran cantidad de accidentes y suicidios que sucedieron alrededor de su persona. Las tragedias fueron como su sombra, siempre acompañándole.
Constantemente vivió sumergido en acontecimientos muy trágicos, ya desde el comienzo de su existencia.
Cuando Horacio tenía apenas tres meses de edad, su padre que tenía la costumbre de viajar siempre armado, al intentar descender de una embarcación naval, accidentalmente se quitó su propia vida con un disparo de su escopeta; el arma estaba en una posición incorrecta, lo cual fue la causa de la trágica muerte.
La madre, con sus niños, se trasladó a Córdoba pero a los cuatro años, regresó nuevamente a Salto.
En 1891, su madre se volvió a casar con Ascencio Barcos, pero cinco años más tarde, Barcos sufrió un derrame cerebral, que lo paralizó y le impedía hablar, ésa fue la razón que lo empujó a tomar la decisión de suicidarse, disparándose un tiro en la frente con una pistola.
Horacio, después de completar el colegio secundario y ya desde muy joven, demostró un enorme interés por la literatura, la química, la fotografía, la mecánica, el ciclismo y la vida de campo.
Con 22 años, incursionó con sus primeros ensayos poéticos y publicó sus poemas en Salto, colaborando con las publicaciones “La Revista” y “La Reforma”, de a poco, estaba haciéndose conocido, luego el semanario "Gil Blas" comenzó a aceptar sus colaboraciones.
En el año 1901, Horacio recibió la parte de la herencia que le pertenecía de su padre y hizo un viaje a París, donde conoció al poeta Rubén Darío y a un grupo de artistas amigos de él.
Las cosas no se dieron como estaban planeadas, cuando partió de Montevideo viajó en primera clase y cuatro meses después, regresó en tercera, casi como un mendigo y con una larga barba negra que la llevó el resto de sus días.
Después del regreso, con un grupo de amigos fundó la sociedad el "Consistorio del Gay Saber", allí probaron nuevas formas de la literatura moderna.
Esto inspiró a Horacio a escribir su primer libro de poesía, "Los arrecifes de coral".
En el 1901, la tragedia lo tocó de nuevo, con las muertes de dos de sus hermanos, Prudencio y Pastora, víctimas de la fiebre tifoidea en el Chaco, pero no terminaría ahí, el funesto 1901 le dio otra espantosa sorpresa, su amigo el escritor Federico Ferrando tenía que batirse a duelo con el periodista Germán Papini. Horacio decidió limpiarle la pistola que su amigo iba a utilizar en el duelo, cuando llevaba la tarea adelante, se le escapó un tiro que impactó en la boca de Federico, matándole instantáneamente.
El sentimiento de culpa por la muerte de su querido amigo le hizo abandonar el Uruguay y se fue a la Argentina, donde vivió junto con otra de sus hermanas, llamada María.
En el 1902, se fue con Leopoldo Lugones en una expedición a Misiones, y trabajó como fotógrafo de éste.
La jungla misionera le causaba tal profunda impresión, que seis meses después, con el último dinero que le quedaba de su herencia, compró unos campos algodoneros en el Chaco, ubicados a unos siete kilómetros de Resistencia, a orillas del Río Saladito; ese lugar marcaría su vida para siempre y le produjo un cambio estilístico que nunca más abandonaría.
Regresó a Buenos Aires después de su fracasada experiencia de negocios en el Chaco, y en 1904 publicó un libro de relatos, "El crimen de otro".
Por dos años, Horacio trabajó en varios cuentos, muchos de ellos de terror rural y otros en forma de dulces historias para niños pobladas de animales que hablan y piensan sin perder las características naturales de su origen.
En 1905, Caras y Caretas le publicó "El almohadón de plumas" y rápidamente se convirtió en un autor muy prestigioso.
En 1906, Quiroga volvió a la selva, y en la provincia de Misiones, sobre la orilla del Alto Paraná, compró una hacienda de 185 hectáreas y enseñaba castellano y literatura en la Escuela Normal Nş 8.
En el año 1908, se trasladó a su propiedad, construyendo las primeras instalaciones de un bungalow donde se establecería.
Se enamoró de una de sus alumnas, la adolescente Ana María Cires, la relación sentimental tenía una fuerte oposición por parte de los padres de la chica, pero obtuvo el permiso para casarse y la llevó a vivir a la selva con él.
En 1911, Ana María dio a luz a su primera hija, Eglé. Al año siguiente, nació su hijo menor, Darío. Apenas los niños aprendieron a caminar, se ocupó personalmente de su educación.
Horacio emprendió decenas de diferentes aventuras financieras, las cuales todas fueron grandes fracasos monetarios.
En el año 1915, se sumó otra tragedia en la vida de Horacio, su esposa no estaba contenta porque no podía adaptarse a una vida lejos de todo y le rogó cientos de veces a su esposo que quería regresar a Buenos Aires, inclusive que le permitiera volver sola. Ante la fuerte negativa de Horacio, Ana María sufrió una gravísima crisis depresiva, y luego de una fuerte discusión, se decidió suicidarse e ingirió un veneno, el cual no trabajaba de inmediato y le produjo una espantosa agonía, en el octavo día terminó muriéndose luego de horribles sufrimientos.
De vuelta en Buenos Aires, se enamoró de una adolescente de sólo 17 años quien residía en Rosario, entonces Horacio compró una motocicleta, la cual usaba para viajar a Rosario para ver a la chica, el recorrido de ida y vuelta era de 460 kilómetros, el cual lo hacía en el mismo día.
Meses después, regresó a Misiones, enamorado como estaba, intentaba convencer a los padres de Ana María Palacio, que la dejasen ir a vivir con él a la selva, los padres se negaron completamente, y cansados de todas las estratagemas que Horacio usaba para ver a la chica, los padres la llevaron lejos y Horacio se vio obligado a renunciar a su amor.
En el año 1927, Horacio estaba escribiendo su nuevo libro de cuentos, "Los desterrados" y se enamoró de María Elena Bravo, compañera de escuela de su hija Eglé, y se casaron ese mismo año sin haber la chica cumplido los 20 años.
El año 1929 no fue un buen año, porque comenzó a tener graves problemas sentimentales con su esposa y sufrió un fracaso de ventas con la novela "Pasado amor", vendiendo solamente la cantidad de cuarenta ejemplares.
En el año 1932, se radicó otra vez en Misiones, (en lo que sería la última) con su esposa y su tercera hija María Elena.
Horacio pensó que en la selva podría vivir tranquilo con su joven esposa, de la quien estaba extremadamente celoso.
A ésta no le gustó en lo más mínimo la vida en el monte, y las peleas y violentas discusiones se volvieron diarias y permanentes.
En el año 1935, los médicos le diagnosticaron hipertrofia de próstata y su esposa y su hija lo abandonaron y volvieron a Buenos Aires, dejándolo solo y enfermo en la selva.
En el año 1937, Horacio viajó a Buenos Aires para que los médicos le tratasen su enfermedad. María Elena estuvo a su lado, así como sus amigos.
El día 18 de febrero, los exámenes les revelaron a los médicos que el enfermo sufría de un caso avanzado de cáncer de próstata, intratable e inoperable, los médicos le explicaron al mismo Horacio y su familia la gravedad de su estado.
En el corto periodo de tiempo que estuvo internado, se enteró de que en los sótanos del hospital se encontraba internado un paciente con espantosas deformidades físicas. Entonces Horacio exigió y logró que el paciente de nombre Vicente Batistessa, lo alojaran en la misma habitación de él.
Se hicieron amigos inmediatamente y Horacio le confesó a Vicente la decisión de anticipar al cáncer y abreviar su dolor, a lo más mínimo posible. Vicente se comprometió a ayudarlo y en la madrugada del 19 de febrero de 1937, en presencia de su amigo, Horacio Quiroga bebió un vaso de cianuro que lo mató casi inmediatamente. Unos meses después, sus restos fueron repatriados al Uruguay.
La tragedia de su vida y sus allegados no finalizó con la muerte de Horacio. Su mejor amigo, el poeta Leopoldo Lugones, bebió un vaso de whisky con cianuro que le provocó la muerte, la poetisa Alfonsina Storni, también amiga de él, enferma de cáncer, se auto eliminó.
Los episodios trágicos relacionados con Horacio Quiroga continuaron, cuando su hija Eglé Quiroga también se suicidó y el ciclo parece terminar en el año 1951, cuando su hijo Darío se suicidó en un arranque de depresión.